lunes, 5 de diciembre de 2011

Acudir al desierto

Ups!! Acudir al desierto…, surge temor, no es fácil, si la mayoría de las veces intento huir de esa aridez, porque la desnudez, la vulnerabilidad, duelen; y ahora se me invitas a acudir … y descubrir que también en el desierto hay positividad, despojarme de lo superfluo, hay silencio, soledad para encontrarme contigo. Tan afanada en querer huir del desierto, ¡qué pocas veces te he dado oportunidad en mis desiertos! Las veces que he llegado al desierto han sido porque no he encontrado otro camino, y no he sabido encontrar la gracia en estos momentos, lo he vivido con resignación pero con las ganas de cruzar cuanto antes al otro lado del río; y ahora, descubrir la paradoja de sentarme para escucharte, para ver, oír y mirar, para ver a tantos en la misma situación, con la necesidad de ser “bautizados”.


Escuchar a Juan que viene con un mensaje que también va dirigido para mí, ¿cuáles son los montes que hay que abajar, y los valles que hay que elevar? Probablemente abajar el orgullo del ‘yo sola puedo’ y elevar los valles del amor para con el prójimo, con la familia, con los amigos, con la gente que está a mi alrededor.

Palabras dirigidas a mí, que me invitan a cambiar y me dicen ¡prepárate!; y volver, y a solas contigo Señor, seguir con mis miedos:

«Señor, agotada del camino vuelvo a ti
noche tras noche, día tras día,
pero vuelvo con las manos vacías, desnuda,
y con el alma cargada de tantas emociones, sí, emociones,
positivas y negativas, pero emociones…
Desconozco qué estoy haciendo de mí,
desconozco que estás haciendo conmigo,
sólo se escuchar y acoger, compartiendo tu amor.
Dios mío, hay tanto sufrimiento,
hay tanto miedo, tanta soledad,
estamos en un mundo que necesita AMOR.
Y sigo buscando respuestas,
¿por qué me has mirado? ¿qué deseas de mí? ¿cuál es mi misión?
 me siento tan inútil, tan diferente, tan rara,
y sólo puedo acoger a esos mis hermanos y agradecerles
porque me regalan el don de su vida
una vida difícil, complicada, pero un don.
Necesito respirar pausadamente,
calmar mi interior acelerado,
abrirte el corazón y depositar en ti todo lo que me han donado,
pero nada es mío, mis manos siguen vacías
¿por qué depositan en mí sus pequeños tesoros?
surge el miedo, el yo no puedo,
y Tú me extiendes tu mano,
de mí sólo brotan dos palabras gracias y hágase».

Aunque muchas veces no comprenda, seguir pidiendo un corazón nuevo e ir sin prisas.


Norka C. Risso Espinoza

sábado, 29 de octubre de 2011

EL ARTE DE LA ORACIÓN


En este pequeño y enjundioso libro, dos puntos significativos llaman la atención desde el principio: el entender el orar como un arte y la enseñanza ineludible de la Biblia en relación a la oración.

Y es que orar es un arte. Y por ello, nos dice el autor, es algo que se aprende. La necesidad de orar, la posibilidad de orar, el perfeccionamiento de todo ser humano mediante la oración, son dones que lleva consigo cada uno desde su nacimiento. Constituye, además, una finalidad que nos define a todos incluso en nuestro aspecto corporal. Y sin embargo no debe extrañarnos que orar nos resulte costoso. Y hemos de tener claro que esta vocación no se logra en solitario. La capacidad real no se alcanza sin esfuerzo y ejercitación; y como cualquier práctica, necesitamos de la guía de personas que sean más experimentadas que nosotros. Puntos importantes pues todos ellos que hemos de tener en cuenta.

Y la Biblia nos enseña a orar. Lo hace discretamente. Pero lo importante es que al enseñarnos a orar, nos enseña a vivir. Porque orar no es un ejercicio al margen de la vida, sino la expresión última y más profunda de la realidad humana. Nunca es la persona tan plenamente humana como cuando vacía sus manos para la oración. Todo déficit en nuestro orar es un déficit de humanidad.

Una vez más la Biblia se convierte en escuela privilegiada de oración. Quien recorre como discípulo sus páginas aprende el camino que han transitado y los métodos que han seguido numerosos creyentes a lo largo de la historia.

Contenido del libro:

     1. Señor, ¡enséñanos a orar!
     2. Invitación a la confianza
     3. Orar en nombre de Jesús
     4. No sabemos orar como es debido
     5. No seáis como los hipócritas
     6. Os lo repito, no seáis como los hipócritas
     7. No seáis como los paganos
     8. Insisto, no seáis como los paganos
     9. Sed agradecidos en todo
   10. Pedir por otros
   11. Orar por los enfermos
   12. La oración no escuchada
   13. Oración y santificación
   14. Orar en común
   15. Orar constantemente
   16. Adorar a Dios en espíritu y en verdad

Puede resultar interesante el capítulo 11, ‘orar por los enfermos’ que comienza precisamente con la lectura bíblica que utilizamos en la unción de los enfermos.

Como advertencias finales, tengamos en cuenta que este libro requiere ser leído pausadamente. Una lectura apresurada puede resultar indigesta. Cualquier persona medianamente formada será capaz de captar al vuelo muchas de las ideas que van apareciendo a lo largo del libro; sin embargo pueden pasar años hasta que el contenido haya madurado en una experiencia vital. Esto no puede desanimarnos.

REINHARD DEICHGRÄBER
EL ARTE DE LA ORACIÓN
La Biblia enseña a orar
Ediciones Sígueme, Salamanca 2008

domingo, 23 de octubre de 2011

Cómo no fiarme de ti.

   Cómo no fiarme de Ti,
   si con amor sin límites me amas,
   si a mi lado siempre estás,
   incluso cuando te doy la espalda.

   Me atraes día a día
   con misericordia infinita
   que si una mirada,
   que si una palabra,
   que si un mendrugo de pan
   o unas gotas de agua.

Y el calor empieza a inundarme,
no se nota; pero Tú lo sabes,
los colores sonrojan mi cara;
y el saberte y sentirte cerca
hace que la adrenalina se dispare
¿es que estaré enamorada?

Qué te pasa me preguntan
-nada, no pasa nada-
sonrío anonadada
porque sé que a mi lado estás,
en el pobre, en el enfermo,
en el que necesita paz:
-nada, no pasa nada-.

Cómo no fiarme de Ti,
si alojado en nuestros corazones estás.

 
Norka C. Risso Espinoza




Señor, perdóname...

Señor, perdóname, por mi falta de caridad,
me has concedido unos dones
y yo me los he apropiado,
míos, sólo míos, y me olvido de multiplicarlos.

Señor, perdóname, por agachar la cabeza
cuando tengo que dar la cara por tus predilectos
cuando veo que los están aniquilando
cuando escucho sus lamentos y no hago nada para remediarlo.

Señor, perdóname, porque parece, que tanto amar me harta,
para qué, me pregunto, si es más fácil estar de paso,
y no me percato, que el amor libera,
me hace salir de mí, para darme a mis hermanos.

Señor, perdóname, por mis desánimos y cansancios,
parece que el mal va venciendo, que todo va al revés
y no caigo en la cuenta, que Tú eres nuestro Redentor,
y que al final, hay que decir «feliz la culpa» como en El Exultet.

Norka C. Risso Espinoza



sábado, 22 de octubre de 2011

ORANDO CON «LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO» (Jn. 11,1-44)

Señor Jesús, normalmente nos pasa como a Tomás, «si no veo, no creo», parece que constantemente estamos necesitando pruebas…; sin embargo, en esta ocasión, Juan no nos quiere narrar tanto esos signos externos, como los internos, de hecho deja el gran milagro para el final, y empieza narrándonos los pequeños milagros de la vida, la fragilidad del ser humano ante el sufrimiento de los otros, ante el sufrimiento de la humanidad.

Jesús, esa es la ventaja de degustar el Evangelio de Juan, es tan minucioso, tan detallista, que no se olvida de los pequeños-grandes detalles, y así es como, en esta ocasión, podemos verte por dentro, podemos sentirte,… podemos ver cómo te conmueves, cómo te turbas y derramas lágrimas, al igual que cualquier otro hombre, ante la realidad de las miserias humanas, y más si se trata de un ser querido.


Me imagino que conmoverte, turbarte, y derramar lágrimas también te pasó con tu padre José; pero, en este caso, se trata de Lázaro, aunque en realidad, a ti lo que parece que te conmueve es el sufrimiento de María, tu amiga, y ver cómo lloraban los que la acompañan.

Sí, Jesús, lo que nos conmueve y nos turba es el sufrimiento; y ante el sufrimiento parece que se dan dos realidades: unos diremos «Mirad cómo le quería» y agradeceremos tu presencia, tu compañía, sentirte al lado, o saberte cargándonos en ese momento porque nosotros no tenemos fuerzas ni para aguantarnos en pie; otros, en cambio, los que no te conocen, sólo han oído hablar de ti y de tus hazañas, pero no te conocen, te reprocharán «Este que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que este no muriera?».

Para unos serás como una especie de ‘herramienta’ para seguir adelante desde la fe, y como el salmista podrán decirte «sé la roca de refugio, alcázar donde me salve; pues tú eres mi peña y mi alcázar, por tu nombre me guías y diriges»; para otros, serás aquel a quien poder reprochar y culpar, y motivo para alejarse de ti, porque no te han escuchado, porque no han creído. Cómo nos cuesta entender tu palabras: «si crees, verás la gloria de Dios».

Gracias, Señor, porque transformas vidas, gracias por tu acción milagrosa, que consiste en estar en contacto con las miserias humanas, y en generar actitudes de fe.



Norka C. Risso Espinoza

viernes, 21 de octubre de 2011

Virtudes capitales, hacia una vida humana plena

La vida moral incluye bastante más que las obligaciones, las prohibiciones y los pecados. Hacen falta virtudes, aceptación interna de los grandes valores e ideales morales, y sensibilidad para captar los valores que están en juego en las diferentes situaciones de la vida. Y es que si se pierde la noción de virtud, de la misma manera se pierde también el sentido de pecado. Estas páginas quieren ayudarnos a llamar al bien (y al mal) por su nombre, a conocerlo y reconocerlo, pero, sobre todo, a recordar los ingredientes fundamentales sin los cuales resulta imposible una vida humana plena y de calidad.

Este Pliego se iba a titular Pecados capitales. Pero eso significaba centrar nuestra atención en el pecado y, por ello, presentar una moral negativa, cuando lo importante es hablar de salvación, de realización y felicidad humana, de orientación positiva hacia el bien, de tal manera que nuestras palabras sirvan de estímulo, orientación y renovación de la vida personal y comunitaria.

Como escribió Häring, “el pecado no puede ser ni la primera ni la última palabra. La primera palabra es siempre la creación de Dios en bondad, su designio original y todo lo que a través de su gracia se hizo y está presente en el mundo (…). En realidad, toda nuestra presentación del pecado tendrá sentido si comunicamos la buena nueva: la conversión es posible; Cristo nos ha liberado”.

Reflexionar y predicar sobre moral no puede significar sin más lanzar anatemas sobre nuestros contemporáneos: si así fuera, perderíamos la oportunidad y hasta el derecho de ofrecer la salvación al mundo –que a nosotros ha sido ofrecida y encargada– y de intervenir proféticamente en la marcha de la historia. Vosotros sois la sal de la tierra (…). Vosotros sois la luz del mundo, nos dice Cristo (Mt 5, 13-14). La gente espiritual y ética contagia silenciosamente a los demás…

Este Pliego pretende, sencillamente, recordar los ingredientes fundamentales sin los cuales resulta imposible a todas luces una vida humana plena y de calidad. En el tema de las virtudes, ética y espiritualidad, filosofía y religión, se encuentran y fecundan recíprocamente. ¿Ya no somos capaces de llamar al bien por su nombre, de conocerlo y reconocerlo? Y, viceversa, ¿no somos capaces ya de llamar al mal por su nombre, de conocerlo y reconocerlo? Negar el mal es una forma infantil y narcisista de creernos buenos, pero actuando así nos negamos la posibilidad de conversión y, con ello, la salud, la salvación.

La cuestión es que, si se pierde la noción de virtud, de la misma manera se pierde también el sentido de pecado. Es verdad que en tiempos pretéritos (no tan lejanos, me temo) pudo haber un exceso de focalización de la predicación y de la acción catequética en el tema del pecado; del mismo modo, pienso que en estos momentos –por esa extraña ley del péndulo– existe un insuficiente tratamiento de esta cuestión en esos mismos ámbitos: como siempre, en el término medio encontramos el escenario, y a esa noble tarea quieren ayudar estas sencillas reflexiones.


Recuperar una ética de las virtudes

“¿No vive el hombre contemporáneo bajo la amenaza de un eclipse de la conciencia, de una deformación de la conciencia, de un entorpecimiento o de una anestesia de la conciencia?”, se preguntaba Juan Pablo II en el núm. 18 de su exhortación apostólica postsinodal Reconciliación y penitencia (1984). Ahí mismo afirmaba el Papa: “Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis espiritual que afecta al hombre de nuestro tiempo”. Se han cumplido 26 años de estas palabras, y no han perdido un ápice de su actualidad y urgencia pastoral.

Hacen falta virtudes,
aceptación interna de los grandes valores
e ideales morales,
y sensibilidad para captarlos.

Conviene recordar que la vida moral incluye bastante más que las obligaciones, las prohibiciones y los pecados. Cuando ocurren conflictos éticos, los rasgos del carácter de las personas que tienen que adoptar decisiones no son menos importantes que las obligaciones expresadas en principios y reglas.

Hacen falta virtudes, aceptación interna de los grandes valores e ideales morales, y sensibilidad para captar los valores que están en juego en las diferentes situaciones de la vida. Además de conocimiento, habilidades prácticas y buena voluntad, hacen falta unas ciertas condiciones de actitud y carácter. Aquí es donde se suelen estrellar en la actualidad buena parte de los programas formativos. Y es que la virtud es una palabra poco apreciada en nuestros días.


Virtudes capitales

La perfección moral solo se consigue cuando la coherencia entre ideas y actos ha llegado a ser tan profunda y prolongada que los modos de obrar se han convertido en una especie de segunda naturaleza, en hábitos virtuosos que se ponen en práctica sin gran esfuerzo y hasta con placer.

De la misma manera que se dice que son pecados capitales porque de ellos brotan otros, llamamos a estas siete virtudes “capitales” porque ellas son el cimiento de toda la vida moral. Y así como sabemos de memoria cuáles son los siete sacramentos, los siete dones del Espíritu Santo y las 14 obras de misericordia (siete espirituales y siete corporales), también deberíamos saber las siete virtudes capitales y sus respectivos siete pecados capitales.

Estas cuestiones hay que saberlas de memoria porque, en caso contrario, difícilmente van a servir de orientación en el camino de la vida; y tampoco servirán de espejo en el que mirarse para apreciar en qué se ha fallado, inspirar nuestro arrepentimiento y facilitar una saludable recepción del sacramento de la reconciliación (¡cuántas personas se sienten pecadoras y quieren confesarse pero no saben bien cómo realizar su examen de conciencia!).

En los tiempos que corren, también hace falta subrayar que no hay ninguna solución rápida ni ninguna opción por un modo de vida ético y espiritual listo para ser consumido: hace falta ponerse a ello con seriedad y buena disposición, hace falta entrenamiento constante. “Con ellas [las virtudes] sucede lo que con todas las demás artes; porque en las cosas que no se pueden hacer sino después de haberlas aprendido no las aprendemos sino practicándolas; y así, uno se hace arquitecto construyendo; se hace músico componiendo música. De igual modo se hace uno justo practicando la justicia; sabio, cultivando la sabiduría; valiente, ejercitando el valor”.

No hay ninguna solución rápida
ni ninguna opción
por un modo de vida ético y espiritual
listo para ser consumido.

Por desgracia, la mayoría de nosotros llevamos una vida tan atareada que rara vez nos tomamos tiempo para reflexionar sobre la riqueza de esta tradición y darnos cuenta de que el de las virtudes capitales es uno de los mejores itinerarios de vida que podemos encontrar y ofrecer.

Las siete virtudes capitales son: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia.


JOSÉ RAMÓN AMOR PAN, doctor en Teología Moral
Publicado el 21.10.2011
En el nº 2.773 de Vida Nueva.

sábado, 15 de octubre de 2011

A ESO...


A eso de caer y volver a levantarse,
de fracasar y volver a comenzar,
de seguir un camino y tener que volver atrás,
de encontrar el dolor y tener que afrontarlo.
A eso…, no le llames adversidad, llámale;
“Sabiduría”

A eso de sentir la mano de Dios y saberte impotente,
de fijarte una meta y tener que seguir otra,
de huir de una prueba y tener que encararla,
de planear un vuelo y tener que recortarlo,
de tener y no saber, de avanzar y nunca llegar.
A eso…, no le llames castigo, llámale;
“Enseñanza”

A eso de pasar juntos días radiantes, días felices
y días tristes, días de soledad y días de compañía.
A eso…, no le llames rutina, llámale;
“Experiencia”

A eso de que estés pasando por momentos de prueba
y que tu alma irradie deseos de vida y tu corazón ame…
A eso…, no le llames casualidad o accidente, llámale;
“Voluntad Divina”

A eso, de que tus ojos estén leyendo este mensaje,
que te sientas escuchado y especial…
A eso…, no le llames interés o química, llámale;
“Amor”


José Luis Prieto en “Reflexiones para el Alma” Tomo I.

domingo, 25 de septiembre de 2011

No pares, sigue tocando

Una madre, deseando animar a su hijo a mejorar su desenvolvimiento al piano, compró boletos para un concierto de Paderewski. Cuando llegó la noche, hallaron sus asientos cercanos al frente del salón de conciertos y pudieron apreciar el majestuoso piano de marca Steinway esperando en escena.
Pronto, la madre halló a una amiga con quien conversar y el niño se escurrió. Cuando llegaron las ocho de la noche, se apagaron las luces, la audiencia hizo silencio y sólo entonces notaron al niño sentado en el banco del piano tocando “Estrellita”.


Su madre tragó en seco pero antes de que pudiera retirar a su hijo, apareció el maestro en escena y rápidamente se dirigió al piano. “No pares, continúa tocando”, le susurró al niño. Inclinándose, Paderewski estiró su mano izquierda y comenzó a tocar la parte del bajo.

Pronto su brazo derecho se estiraba del lado contrario, rodeando al pequeño, para agregar un “obbligato” corrido.

Juntos, el viejo maestro y el pequeño novato mantuvieron a la multitud embobada.
En nuestras vidas, tan poco pulidas como puedan parecernos, es el Maestro quien nos rodea y susurra en nuestro oído, una y otra vez: “No pares, sigue tocando”. Y mientras lo hacemos, Él aumenta y suplementa hasta crear una obra de sorprendente belleza.

Darrel L. Anderson

sábado, 10 de septiembre de 2011

Dialogos con mi conciencia


'Dialogos con mi conciencia', es un video que he encontrado en youtube, me parece interesante por su sencillez en compartir su reflexión para los momentos de duelo, de cualquier tipo de pérdidas.

sábado, 27 de agosto de 2011

No abandones la obra de tus manos

El Señor completará su plan sobre mí.
Tu lealtad, Señor, es eterna;
no abandones la obra de tus manos (Salmo 138).

Estas palabras me consuelan mucho
en estos momentos, Señor.
«El Señor completará su plan sobre mí».
Sé que tienes un plan sobre mí,
sé que has comenzado tu obra en mí
y sé que tú llevas a cabo todo lo que comienzas.
Por eso estoy tranquilo.
Estoy en buenas manos. La obra está en marcha.
No me quedaré a medio camino.
Estoy cierto que me llevarás hasta el final.
Gracias, Señor…
Tú me diste los deseos;
dame ahora la realización d esos deseos.
Tú me invitaste a asumir compromisos;
dame ahora la fuerza para cumplirlos.
Tú me inspiraste a emprender mi camino hacia ti;
Dame ahora la perseverancia de llegar…

Estoy a mitad de camino
y siento las dificultades,
la duda y la fatiga.
Por eso, siento hoy un gran consuelo
Al saber que tú estás firme
En tu compromiso, en tu promesa.
«El Señor completará su plan sobre mí».
Esto me da esperanza, cuando fallen mis fuerzas,
y valor, cuando vacile mi fe.
Yo podré fallar, pero tú no.
Tú te has comprometido conmigo,
y vas a cumplir tu compromiso,
hasta el final…

¡Señor, no abandones
la obra de tus manos!

Autor: Carlos G. Vallés

miércoles, 24 de agosto de 2011

Integrando la Espiritualidad en la Psicología

‘Integrando la Espiritualidad en la Psicología’ es el título de un libro que recoge las ponencias del primer congreso realizado desde la Cátedra Edith Stein de la Universidad de la Mística de Ávila, se recogen diversas propuestas para tender puentes entre ambas disciplinas, sobre todo, para integrar la dimensión espiritual en la Psicología, para humanizarla, enriquecerla, revivirla, etc. Dichos enfoques son propuestos por autores desde disciplinas y ámbitos de conocimiento diferentes que han expuesto sus planteamientos para ayudarnos a reflexionar y crecer, con la propuesta de integrar humanamente psique con espíritu.

Psicología y espiritualidad pertenecen, para muchos, a ámbitos de conocimiento muy distintos, e incluso contrapuestos. Desde le mundo de la Psicología se mira, con frecuencia con recelo, a lo que suene a espiritualidad, por sonar a poco científico y medible. Pues la psicología, en su pretensión de ser ciencia, recela de lo que suene a etéreo y por eso, ciertos enfoques de esta disciplina han llegado a olvidarse de lo que es el alma humana. Por su parte, desde el ámbito de lo espiritual, también hay una cierta desconfianza a lo que suene a psicológico, por el temor de que se evalúe con prejuicios o desde posiciones reduccionistas cualquiera de las experiencias espirituales que podemos vivir los seres humanos.



Quienes saben de Psicología no suelen acercarse a lo espiritual y quienes saben de espiritualidad, desconocen muchos elementos de la Psicología actual y la perciben como lejana y extraña.

Mª Isabel Rodríguez (Dir.)
Con la colaboración de M. Betés del Toro, F. Lucena Marotta y A. Polaino Lorente
Monte Carmelo
CITeS - Universidad de la Mística

martes, 2 de agosto de 2011

CUIDADOS PALIATIVOS, REFLEJO DEL HIJO, COMO SERVICIO

Los Cuidados Paliativos en esta tridimensionalidad, simbolizarían al Hijo de la Trinidad, que en esa relación filial, está dispuesto a servir a los demás, a cuidarlos pero no como una imposición sino como un deber moral; en su misión de servicio, en la entrega total que se da por el otro, por el frágil, en la intervención terapéutica que desde los equipos interdisciplinares se realizan por la persona que se halla próxima a la muerte, incluyendo a la familia, teniendo presente la técnica de un cuidado responsable.
Hablar de cuidados paliativos como reflejo del hijo es mucho más fácil, porque conlleva hablar de servicio, hablar de cuidado, hablar de entrega incluso cuando se está al máximo de cansancio, supone «que se abre un campo inmenso de posibilidades, proporcionando al paciente atención y cuidados profesionales desde la óptica del cuidar y no del curar, es decir, ofreciendo cuidados paliativos» .
El prójimo nos importa por ser quien es, y además porque es un ser vulnerable, «con una patología de tan variada expresividad clínica que no puede reducirse a términos simplistas», por ello el profesional sociosanitaio debe «pararse», «conmoverse», actuando como el Samaritano de la parábola evangélica. «El paciente desahuciado tiene necesidades muy especiales que pueden cubrirse si nos tomamos el tiempo de sentarnos a escuchar y averiguar cuáles son. Lo más importante de esta relación, quizás, es el hecho de darle a entender que estamos dispuestos a compartir algunas de sus preocupaciones» nos decía Kübler-Ross.
El movimiento de los Cuidados Paliativos se inició en el Reino Unido durante los años 60-70 y se expandió al ámbito internacional. En la década de los años 60, fue Cicely Saunders la primera en orientar su trabajo profesional hacia la búsqueda de soluciones específicas para los requerimientos de los pacientes con enfermedad en situación terminal, revolucionando los conceptos de tratamiento de estos pacientes, lo que dio origen a la filosofía y principios de lo que hoy se conoce como Cuidados Paliativos.
En el ámbito de los cuidados paliativos se plantean numerosos problemas éticos, que abarcan desde la denominada “ética del cuidado” hasta los conflictos provocados por las demandas de eutanasia, lo iremos viendo poco a poco.
Diego gracia en su libro ‘Como arqueros al blanco’ , titula uno de los capítulos, concretamente el 20: “Ética de los cuidados paliativos: entre la convicción y la responsabilidad”, creo que esto ya se ha superado y actualmente podemos hablar de la convicción a la responsabilidad, y de cómo se aplican los cuatro principios de la bioética en la práctica de los cuidados paliativos, aunque desde luego, la praxis de los cuidados paliativos se fundamenta en una ética del cuidado, como he dicho antes, más que en una ética principialista.
En marzo de 2000, en un memorable artículo publicado por David Callahan en The New England Journal of Medicine, este defiende que los dos objetivos fundamentales para la medicina del siglo XXI deberían ser:
  • prevenir y curar enfermedades
  • ayudar a los enfermos a morir en paz 
Prevenir y curar enfermedades es lo que se ha intentado hacer a lo largo de la historia desde una buena praxis, pero, el segundo objetivo es dar un paso más, ya que cuando la medicina tradicional ya no puede curar, entonces hay que hacer todo lo posible por aliviar el sufrimiento y ayudar a morir en paz; además Callahan subrayaba, de forma tal vez provocadora, que ambos objetivos son de la misma categoría y de la misma importancia, digo provocadora porque equivalía a poner al mismo nivel la medicina tan técnicamente avanzada con la medicina paliativa, ayudar en el proceso del morir (cuidando) sería tan digno como vencer la muerte (curando).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó, en un documento clave para el desarrollo de los cuidados paliativos publicado en 1990, la definición propuesta por la Asociación Europea de Cuidados Paliativos como el «cuidado total activo de los pacientes cuya enfermedad no responde a tratamiento curativo. El control del dolor y de otros síntomas y de problemas psicológicos, sociales y espirituales es primordial». Destacaba que los cuidados paliativos no debían limitarse a los últimos días de vida, sino aplicarse progresivamente a medida que avanza la enfermedad y en función de las necesidades de pacientes y familias.
Posteriormente, la OMS ha ampliado la definición de cuidados paliativos: «Enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas, físicos, psicológicos y espirituales»
La definición se completa con los siguientes principios sobre los cuidados paliativos :
  • Proporcionan alivio del dolor y otros síntomas.
  • Afirman la vida y consideran la muerte como un proceso normal.
  • No intentan ni acelerar ni retrasar la muerte.
  • Integran los aspectos espirituales y psicológicos del cuidado del paciente.
  • Ofrecen un sistema de soporte para ayudar a los pacientes a vivir tan activamente como sea posible hasta la muerte.
  • Ofrecen un sistema de soporte para ayudar a la familia a adaptarse durante la enfermedad del paciente y en el duelo.
  • Utilizan una aproximación de equipo para responder a las necesidades de los pacientes y sus familias, incluyendo soporte emocional en el duelo, cuando esté indicado.
  • Mejoran la calidad de vida y pueden también influenciar positivamente en el curso de la enfermedad.
  • Son aplicables de forma precoz en el curso de la enfermedad, en conjunción con otros tratamientos que pueden prolongar la vida, tales como quimioterapia o radioterapia, e incluyen aquellas investigaciones necesarias para comprender mejor y manejar situaciones clínicas complejas.
Podría resumir expresando que la existencia de los cuidados paliativos es un indicador preciso del respeto por la dignidad.


Norka C. Risso Espinoza

viernes, 3 de junio de 2011

Calor y color

Desde mi fragilidad, desde mi pequeñez,
es desde aquí, desde donde te puedo decir hágase en mí;
y entonces sentirte dentro, dejarme habitar por ti,
todo mi ser se transforma,
y se transmite en calor, en color,
parece que no se aprecia, que no se ve, pero estás.

¿Cómo lo haces? yo no lo sé,
me pregunto y no obtengo respuestas.

Sólo sé, sólo siento, que me vas modelando,
y que mi ser se estremece ante tanta maravilla
¿quién soy yo para que te me hagas presente?
surgen los interrogantes, el corazón late con fuerza,
se sobrecoge ante el dolor y brota en calor, en color,
parece que no se aprecia, que no se ve, pero eres.

¿Cómo lo haces? yo no lo sé,
me preguntan y no tengo respuestas.

Norka C. Risso Espinoza






domingo, 29 de mayo de 2011

AMISTAD



Yo quiero estar allí, cuando te falten fuerzas,
yo quiero estar allí, cuando estés abatido,
y quiero que me busques, y cuentes conmigo,
yo quiero que tú sepas, que yo soy tu amigo.

Que fácil es quererte, cuando todo es bueno,
y alzar una canción, después de la victoria,
pero yo te prefiero, libre de la gloria,
como eras en el tiempo en que nos conocimos.

Amigo eres tú, como ayer,
nada cambia, sigues siendo fiel...

Amigo es el que va contigo a la batalla,
se cansa, pierde fuerzas, pero nunca falla,
se ríe con tu risa, y llora con tu llanto,
amigo es el que empuja fuerte, tu esperanza.

Amigo es quien te acepta, tal y como eres,
te quiere con tus vicios, y con tus carencias,
comparte tu ilusión, conoce tus temores,
amigo es quien no pone condiciones...

Amigo eres tú, como ayer,
nada cambia, sigues siendo fiel...

Amigo eres tú, para mí,
un milagro para compartir.

Amigo eres tú, como ayer,
nada cambia, sigues siendo fiel...


(Canción de Alberto Plaza)

sábado, 14 de mayo de 2011

Me amas


Manos vacías, sin nada que darte
sólo se de tu amor
y no sé cómo darlo
en medio del dolor y el sufrimiento.
Aquí estoy,
día a día la misma pregunta
¿qué quieres de mí?
pregunta abierta
desde el amor,
desde la transparencia,
desde la fragilidad,
desde la soledad de la noche
y sólo sentir que me amas.

Norka C. Risso Espinoza

lunes, 25 de abril de 2011

Luz en el sufrimiento

A veces nos parece que nuestras fuerzas flaquean,
que nuestra mente se enturbia,
que en el vaivén de nuestra noria el corazón se marea;
sin embargo, sabemos, sentimos,
que Tú eres nuestra fortaleza.

¡Todo parece tan lento, tan contradictorio!,
pero, como Juan, el discípulo amado,
permítenos apoyar nuestra cabeza en tu pecho
y al sentir tu abrazo misericordioso, pedirte, Señor,
que aceptes nuestras limitaciones,
alivies nuestros cansancios,
fortalezcas nuestra debilidad,…

Anhelamos que, como lluvia,
tu esperanza, consuelo y alivio inunde nuestros corazones,
y nos haga ver que el amor es más fuerte que el dolor.
Anhelamos que, a pesar del Getsemaní de nuestros sufrimientos,
cuando la angustia atenaza el pecho,
seamos capaces de responder a tu llamada,
y hacer tu voluntad.

Gracias, Señor, por ser luz que guía nuestro caminar,
que no nos ciega ante el sufrimiento,
sino todo lo contrario, iluminas nuestra oscuridad
y aunque no seamos conscientes de ello
nos ayudas a ser luz para el que sufre a nuestro lado.

Norka C. Risso Espinoza

viernes, 22 de abril de 2011

Crucificados junto a los crucificados del mundo

Ha llegado la hora,
silencio, adoración, sobrecogimiento,…


Señor, en este tiempo tan especial
danos conocimiento interno de Ti
para más amarte y seguirte en nuestros amigos enfermos,
danos tus ojos para interpretar los tiempos de vulnerabilidad
y tus oídos para escuchar al espíritu de los necesitados,
danos tus manos para ofrecerlas a los cansados y agobiados
y tus pies para caminar con los humildes y sencillos,
danos tus labios para anunciar tu amor
y tus brazos para acoger a todos,
danos tus espaldas para sostener a tus predilectos
y tu palabra para alentar en la vida del que sufre,
danos, Señor, tu corazón para dar la vida contigo
crucificados al mundo
junto a los crucificados del mundo.

Adaptación de una oración de Magis

domingo, 10 de abril de 2011

Pensando en ellos...


Mi plegaria, Señor, por mis amigos
(Tú conoces sus nombres),
ilumínalos y bendícelos en este momento
en el que todos son uno y uno son todos,
compartiendo la vida misma
con sus incertidumbres y sus sueños,
donde el afecto, el calor, el amor…
han echado raíces y ahora ayudan a ser piña
en el sufrimiento, la enfermedad, la angustia…

Señor, sé para ellos bálsamo en este momento de dolor,
ayúdales a encontrar la fuerza y la paz
para que la enfermedad no tambalee tu edificio de amor,
sí, Señor, aún estando en tus manos son momentos de miedo,
ya ves siempre la misma paradoja,
pero a pesar de que duela, angustie, paralice,…
que este momento de espera sea una espera amorosa en la fe,
que se sientan acompañados y queridos
y si se puede restablecer la salud, mejor que mejor.

Norka C. Risso Espinoza

viernes, 1 de abril de 2011

LA BIOÉTICA, REFLEJO DEL PADRE, COMO APUESTA POR LA VIDA



Continuando con la entrada anterior:

La Bioética podría simbolizar al Padre, como apuesta por la vida, se trataría de caminar hacia el crecimiento interno de la persona, de estudiar y valorar cuándo una actuación humaniza o deshumaniza el final de la vida; por ello, la importancia de que los grandes avances médicos, biológicos y técnicos, que se van dando actualmente en nuestra sociedad, vayan de la mano de un acompañamiento ético, en un intento de conseguir que la finalidad de estos avances sean para dignificar el final de la vida, porque hablar de ética en relación al final de la vida significa hablar del bien y del mal, de la bondad o maldad de las acciones humanas y de los valores inherentes a ellas. El padre es el dador de la vida, se le atribuye a él la obra de la creación y el plan de salvación. El mundo ha sido creado «por una decisión totalmente libre y misteriosa de la sabiduría y bondad»[1] del Padre. Si atribuimos al Padre la obra de la creación, consecuentemente, también podemos atribuirle a Él la fuerza de la razón, estableciendo un puente entre la creatura y la capacidad de razón para orientar el comportamiento humano; lo cual me sirve de lazo de unión con la bioética, como medio conciliador en el que se conjuguen las premisas de la ética teleológica del utilitarismo y la del deber por el deber propia del deontologicismo, reduciendo la subjetividad que caracteriza a ambas posturas, para deliberar sobre los posibles dilemas éticos del final de la vida. El ser humano, ha sido creado para amar, para vivir trinitariamente las relaciones humanas, para ser instrumento de misericordia, por tanto, «es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre»[2]. Eso es lo que enseña la filosofía del ser humano, ser, como «decía Zubiri, animal de realidades, animal que se hace cargo de la realidad, y como decía Ellacuría, animal que además de hacerse cargo de la realidad carga con ella, el animal vulnerable hecho animal responsable»[3].


[1] «Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia», en Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones, Decretos y Declaraciones, BAC Madrid 2004, 69-78.
[2] JUAN PABLO II, Evangelium vitae. El evangelio de la vida, 1995, en línea, http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae_sp.html (Consulta el 10 de febrero de 2011)
[3] J. MASIÁ CLAVEL, Animal vulnerable y reconciliable, 2007, en línea, http://antropologiajmasia.wordpress.com/2010/04/11/animal-vulnerable-y-reconciliable (Consulta el 12 de febrero de 2011).


Norka C. Risso Espinoza

lunes, 28 de marzo de 2011

Bioética, Cuidados Paliativos y Pastoral de la Salud Reflejo de la Trinidad en el Final de la Vida


«Bioética, Cuidados Paliativos y Pastoral de la Salud reflejo de la Trinidad en el final de la vida». Mi intención es integrar las tres perspectivas en el enfermo que se encuentra al final de la vida; dejando claro que los tres planos de acercamiento son distintos pero tienen un punto en común, la persona a la que van dirigidas, el enfermo, un ser vulnerable[1]. Aunque el hecho de utilizarlos dentro del tema trinitario lo hago de forma un poco genérica, creo que es importante mostrar que en determinadas fases de la vida se pueden hilvanar.

Los pasos, como he dicho, los iré dando desde la Bioética, desde los Cuidados Paliativos y desde la Pastoral de la Salud, avanzando por un camino que en ocasiones puede ser pedregoso, ya que se trata de caminar en torno al final de la vida, etapa en la que se suele pasar por grandes dosis de sufrimiento, con temas que en ocasiones puede hacernos daño, porque en nuestra sociedad no estamos acostumbrados a afrontar un conjunto de circunstancias que suelen rodear al ser humano en este tramo de la vida, como pueden ser la vulnerabilidad, la fragilidad, la pequeñez,… del ser humano.

Las huellas que van dejando estas tres disciplinas son como un ‘reflejo de la trinidad’, que confluyen en un mismo fin: encender una luz de esperanza, que nos ayude a irradiar el amor hacia el ser humano, con el objetivo no sólo de curar, sino también de cuidar, y de hacerlo de una forma holística.

Puede parecer muy atrevido hablar de ‘reflejo de la trinidad’, pero, parto de la base de que todo lo que conlleva ‘curar-cuidar’ el final de la vida, se hace desde el amor, un amor que brota de cada ser humano hacia el prójimo, por el hecho de ser prójimo, y eso es precisamente lo que se va intentando realizar desde este trinomio.

La Bioética, los Cuidados Paliativos y la Pastoral de la Salud están íntimamente unidas en su ser y en su actuar, las tres se encuentran con el ser humano que padece dolor y sufre, de ahí que esta coincidencia haga que sus cometidos, su búsqueda de posibilidades ante los dilemas que puedan surgir, se puedan iluminar y completar mutuamente, en una comunión intratrinitaria, por lo que también el fin a conseguir les une, desde el amor, alivio del sufrimiento de la persona, en este caso, diríamos que se complementan para conseguir el alivio de la persona que está ante el proceso de la muerte.

En la comunión trinitaria se asume la categoría de “otro”[2] tal como la propone M. Lévinas, que implicaría pensar, por ejemplo, en el respeto a la autonomía que posee cualquier ser humano. El otro nos hace experimentar una diferencia entre él y yo mismo, lo cual implicaría reconocerle como otro, y nuestra actuación consistiría en proteger su propia dignidad e integridad como persona. Este otro es como una llamada que nos viene de lejos y nos inquieta, nos invita a salir de nosotros mismos para darnos aunque sólo sea por justicia ética.


[1] J. L. MANZANO, «Limitación de tratamiento a los pacientes críticos». Medicina Clínica: Vol. 102, (1994), 540-542.
[2] M. DIEZ CUESTA, Introducción al pensamiento de Emmanuel Levinas, Instituto Emmanuel Mounier, Madrid 1992, 19-23.


Norka C. Risso Espinoza

martes, 22 de marzo de 2011

Mirar por dentro

No sé Señor si el querer ocultarme es lo mejor,
no ocultarte a ti, ocultar mi ego;
no se Señor si no querer enterarme es realmente no saber,
Tú lo haces llegar por tantos medios…
Yo no quiero ver, hay tanto miedo,
pero Tú quieres que sienta, que viva, que sea,…
¿un rostro crucificado, un rostro bello?
No se trata de mirarme en el espejo,
se trata de mirarte a ti, en el rostro del hermano,
en el rostro del extranjero, sí y también en el espejo;
Ir más allá del rostro, entrar por dentro,
traspasar murallas, ir al centro.
¿Dónde estás? ¿dónde te encuentro?
No busques fuera, busca por dentro.
Allí donde te halle, allí estarán ellos,
probablemente debo buscarlos primero a ellos.
Palabras, palabras, palabras ¿por qué no hacerlas vida?
Si el Verbo se hizo carne ¿qué hacemos con el verbo?
Mis hermanos, mirarlos a ellos,
contemplar tu rostro, mirar por dentro…

Norka C. Risso Espinoza

miércoles, 9 de marzo de 2011

Necesidades espirituales en salud mental

A cada una de las tres grandes estructuras psicopatológicas corresponde una concepción de Dios:
  • Estructura neurótica: núcleo básico la indefensión. Necesidad de un Dios poderoso, salvador.

  • Estructura psicótica: núcleo básico el narcisismo. El sujeto es Dios.

  • Estructura caracterial: núcleo básico la autosuficiencia. Rebeldía contra Dios. Necesidad de establecer una transferencia positiva.
La vivencia espiritual de los enfermos mentales, como en todas las personas, manifiesta externamente a través de comportamientos observables; a través de actitudes y de respuestas, que aún pudiéndose registrar a niveles psicológicos, nos damos cuenta de que estos no agotan todo su alcance. Nos damos cuenta de que necesitamos buscar otros registros complementarios, pero más adecuados, que nos ayuden a leer y a comprender el significado profundo de la relación del hombre con el objeto mental, Dios.

Así mismo para situarnos correctamente en el diagnóstico de:
  • Qué aspectos de la vida espiritual del paciente son rescatables como sanos y por tanto, como fuente de salud.

  • Qué aspectos de la vida espiritual del paciente están distorsionados y por lo tanto, son fuente de patología.

  • ¿Cómo ayudar a reconducir la experiencia de relación con el objeto mental, Dios, tanto en el primero como en el segundo de los casos?.
Sin pretender abarcar todas las posibilidades de la vivencia religioso-espiritual del enfermo mental, pero a la vez, intentando ser fiel a la observación a partir de la praxis de la intervención pastoral cotidiana, podemos decir que en el enfermo mental se pueden dar cuatro posibilidades de vivencia religiosa (Esta es una manera de dividir, para identificar: Otra podría ser por su vivencia, según patología psicológica, etc…) y a cada una de ellas requeriría una intervención profesional, diferenciada y adecuada:
  • Hay casos en los que observamos que, aun habiendo un claro y bien diagnosticado trastorno mental, la vida religiosa de la persona, queda preservada. permanece inalterada, aunque sí, enmascarada por la patología mental. En nuestra práctica clínica, muchas veces quedamos sorprendidos al constatar que algunos enfermos de expresión incoherente, manifiestan una notable lucidez, cuando entramos en sintonía a partir de su experiencia vivencial con Dios.

  • Puede ocurrir también, que la vivencia espiritual, no solo esté recubierta por la enfermedad, sino más bién hipertrofiada. En estos casos pierde su papel saludable de síntesis y tiende a invadir pulsionalmente al campo psíquico, manifestándose bien desde una escrupulosidad pecaminosa, o bien desde una fanfarronería triunfalista y apartada de la realidad.

  • No obstante, quizás, la distorsión más frecuente de la vivencia religiosa en el mundo de los enfermos mentales, es la vivencia desviada. Esta es una alteración ya cualitativa. En esta se da una auténtica distorsión con el objeto mental, Dios. El hecho religioso se manifiesta desviado de la realidad, y siempre en relación a la trayectoria de su psicopatología.

  • También se da como cuarta posibilidad, una vida religiosa extinguida. A veces, se puede llegar por diversos caminos:
  1. Porque la disgregación o la destrucción psicopatológica llega a tal grado, que ya no hay canales o vías de expresión; es lo que se daría en un “Estado mental comatoso”.

  2. A veces la destrucción del objeto mental, Dios, no es más que una búsqueda, una reivindicación y búsqueda de la posesión de lo absoluto, a lo cual se combate y se intenta destruir.

  3. Se puede llegar ala extinción del hecho religioso también por el camino de la represión, que puede ser tan intensa, y prolongada, que le impida llegar al consciente.

  4. También en los casos en los que ha acontecido la desestructuración y destrucción antes de consolidarse el sistema de valores.

Necesidad des espirituales

CULTURA RELIGIOSA TRADICIONAL (necesidad expresión religiosa)
  • Celebraciones
ESPIRITUALIDAD (dar sentido a su situación)
  • Esperanza-Desesperanza

  • Reconciliación-Perdón-Culpabilidad

  • Pérdidas-Duelos

  • Trascendencia-Más allá-Continuidad


(Varios autores)

BIENAVENTURANZAS DEL ENFERMO MENTAL



Bienaventurado si al verme sucio y maloliente por la calle
te identificas con Cristo, compasivo y misericordioso.

Bienaventurado si me consideras, aunque sea loco de atar,
como un enfermo, sin más.

Bienaventurado cuando comprendas que mis pensamientos
son confusos y mi voluntad, a veces, se tambalea.

Bienaventurado, cuando corrigiendo al niño
no dices nunca: ¡que viene el loco!

Bienaventurado cuando haces lo indecible
para que yo salga del mutismo y aislamiento.

Bienaventurado cuando aceptas que para mí,
ciertos rituales son imprescindibles.

Bienaventurado cuando me calmas,
si mi comportamiento es agresivo.

Bienaventurado, tú, cuando me ayudes, aunque loco,
a vivir mi vida espiritual.

(autor desconocido)

jueves, 3 de febrero de 2011

EL MUNDO DEL SUFRIMIENTO HUMANO INVOCA SIN PAUSA OTRO MUNDO



Hace unos años los valores de la sabiduría, la experiencia, la ternura, etc., eran los baluartes de nuestra sociedad, pero hoy en día se da más valor a lo que es rentable, útil, exitoso, rechazando todo lo que resulte viejo, enfermo o estéticamente desagradable, sobre todo si supone una carga o un estorbo social. Sin embargo, como afirma Hume, deberíamos «conceder a nuestro corazón un cierto grado de benevolencia, por pequeño que sea; alguna chispa de simpatía o de amistad hacia el género humano. Por muy débiles que supongamos que sean estos sentimientos generosos, y aunque resulten insuficientes para mover una mano o un dedo de nuestro cuerpo, deben, sin embargo, dirigir las determinaciones de nuestra mente; y en igualdad de circunstancias, darán lugar a una fría preferencia por lo que es útil y servicial para la humanidad»[1].

En este sentido, las personas que sufren, y quiero incluir aquí a aquellas que se encuentran al final de la vida, nos pueden ayudar a realizar una convivencia justa, pacífica y reconciliadora con el mundo del sufrimiento, ya que un buen estímulo y gestión de los sentimientos pueden estar al servicio de la solidaridad.

Aprovecho un texto de Etxeberria[2] sobre los sentimientos en el ámbito público que voy a adaptar para el ámbito sanitario: los enfermos terminales y ancianos pueden ser la prueba determinante para definir la calidad moral de nuestras vidas afectivas: los sentimientos que despierten o no despierten en nosotros, las solidaridades que motiven o no motiven, las acciones hacia las que nos empujen etc., serán a este respecto especialmente iluminadores de nuestra calidad moral. Los enfermos terminales y ancianos, además, son los que nos libran de la cómoda abstracción de los buenos sentimientos no confrontada realmente con nada ni nadie, así como la referencia que nos reta a definir tanto las orientaciones precisas de nuestra afectividad.

J. Moltmann[3] nos ha recordado que la creación es el juego divino, porque ni es necesaria para Dios, ni es arbitraria, porque se trata de un Dios Amor y no de un diablo caprichoso. La creación es el juego de la complacencia divina, el lugar de recreo para la misma gloria de Dios. Dios no puede ser interesado al crear al hombre y a la mujer a su imagen y para que se hagan semejantes a él. Al contrario, Dios juega con la nada para crear; el hombre no puede jugar de este modo; únicamente puede jugar con el amor. Y en ello estriba la más sublime analogía. Por tanto, siempre debemos recordar que «La vida es tiempo. No sólo tiempo físico u objetivo sino además tiempo nuestro, un tiempo vivido desde el que no nos resignamos a pensarnos mortales. La finitud es la estructura misma de nuestra vida, la finitud pone ante nosotros el carácter irreversible de la evolución biológica, incluso nos despierta cuando creemos que la nuestra es una máquina perfecta. La ancianidad (o enfermedad) nos despierta para una vida moral menos perfecta y todopoderosa de lo que nos creemos»[4] porque a nosotros sus criaturas nos va la vida en el amor, ese es nuestro juego: amar al pobre, al necesitado, al enfermo; transformando la pérdida, el dolor y la tristeza en ganancia, gozo y alegría.

Además, al hablar del sufrimiento en la persona que se encuentra al final de la vida, es cuando podríamos caer en la cuenta de que la enfermedad nos hace más humanos, «pone de manifiesto un ‘fin’ posible, en sentido teleológico del término, para nuestra sociedad especializada en proveernos de bienes. Y, a la vez, expondría la validación de un ‘deber’ inexcusable, en el sentido deontológico, a saber, hacer bienes que sean buenos, que merezcan la pena, y que sirvan para satisfacer necesidades que nos humanicen, que nos dignifiquen»[5].

Muy importante es considerar que el ser humano tiene conocimiento y vivencia de la enfermedad y del morir y como consecuencia de ello lucha por superarlas. Desde siempre el hombre ha combatido y ha intentado alejar la muerte[6]; sin embargo «Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo; su tiempo el nacer y su tiempo el morir…»[7]

Gracias a los grandes avances que se han ido dando tanto en la técnica como en la medicina se ha logrado prolongar la vida, o mantener las funciones vitales hasta límites, que hace algunos años ni sospechábamos, pero aún así se aspira a seguir viviendo con buena calidad, y también podríamos decir que con calidez.

Los medios que se han puesto para vencer la enfermedad han llevado a que la medicina se especialice, de hecho, podemos hablar, de especialidad de geriatría, de cuidados intensivos, de cuidados paliativos,…; todo esto ha supuesto un gran avance en la lucha contra las enfermedades graves y contra la propia muerte, pero sobre todo una mejora en la calidad y en los cuidados en el proceso de morir. Eso sí, recalcar que a medida que la capacidad de curación de enfermedades antes incurables se hace mayor, es importante que nos convenzamos de que el poder de la medicina no es absoluto.

Debido a estas circunstancias un grupo de expertos mundiales reunidos por el Hasting Center[8] con el objetivo de emprender un ambicioso estudio sobre los fines de la medicina, cuya hipótesis de trabajo que motivaba el encuentro era poco discutible: el progreso de la ciencia médica y la biotecnología y el aumento de las necesidades humanas unido a la escasez de recursos para satisfacerlas habían producido un cambio radical que obligaba a pensar de nuevo si entendemos la medicina en sus justos términos, llegó a lo siguiente:

  • han de poner un énfasis especial en aspectos como la prevención de las enfermedades

  • la paliación del dolor y el sufrimiento

  • han de situar al mismo nivel el curar y el cuidar

  • y advertir contra la tentación de prolongar la vida indebidamente.

Estos aspectos, y sobre todo los tres últimos son de gran importancia cuando nos referimos a enfermo en el final de su vida.


[1] D. HUME, Investigación sobre los principios de la moral (Alianza Editorial, Madrid, 1993)
[2] X. ETXEBERRIA MAULEON, Por una ética de los sentimientos en el ámbito público (Bakeaz, Bilbao, 2008)
[3] J. MOLTMANN, Sobre la libertad, la alegría y el juego (Sígueme, Salamanca, 1972)
[4] A. D. MORATALLA, Ética y ancianidad: entre la tutela y el respeto, en J. GAFO (ed.), Ética y ancianidad (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 1995)
[5] G. GONZÁLEZ R. ARNAIZ, Dignidad del ser humano: entre la percepción pre-filosófica y su consideración moral, en J. DE LA TORRE (ed.), Dignidad humana y bioética (Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2008)
[6] E. ALBURQUERQUE, Bioética. Una apuesta por la vida (CCS, Madrid, 2006)
[7] Eclesiastés 3, 1-2
[8] FUNDACIÓ VICTOR GRIFOLS I LUCAS, Los fines de la medicina. El establecimiento de unas prioridades nuevas (Fundació Víctor Grífols i Lucas, Barcelona, 2004)


Norka C. Risso Espinoza