domingo, 30 de septiembre de 2012

El acompañamiento espiritual a través del cine



Taller dirigido por Peio Sánchez Rodríguez y realizado en las XV Jornadas de Humanización de la Salud organizadas por el Centro de Humanización de la Salud en Caixaforum.

Acción evangelizadora de la Pastoral de la Salud


La Iglesia está llamada a vivir una nueva evangelización, la Pastoral de la Salud nos da la oportunidad de concretar esta salida, con propuestas de bienestar que va más allá de lo físico.

Ven a mí, Espíritu Santo



Ven a mí, Espíritu Santo, 

Espíritu de sabiduría: 
dame mirada y oído interior 
para que no me apegue a las cosas materiales, 
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.


Ven a mí, Espíritu Santo, 

Espíritu de amor: 
haz que mi corazón 
siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, 



Espíritu de verdad: 

concédeme llegar al conocimiento de la verdad 
en toda su plenitud.


Ven a mí, Espíritu Santo, 

agua viva que lanza a la vida eterna: 
concédeme la gracia de llegar 
a contemplar el rostro del Padre 
en la vida y en la alegría sin fin. 
Amén.


San Agustín

Diálogo con el ser querido


La muerte no es más que el paso a mejor vida.
No te aflijas ni te asustes.
No he hecho más que pasar a la otra orilla…
Sigo siendo yo. Tú sigue siendo la misma,
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siendo.
Llámame como siempre me llamaste;
con el mismo tono de voz y la misma mirada.
No debes adoptar una expresión solemne ni triste ante mi aparente muerte.
Sigue riéndote como más fuerza que nunca,
de lo que nos hacía reír juntos.
Eso sí, reza pero no por mí, sonríe, piensa en mí,
reza conmigo a Dios que nos ayudó a caminar juntos.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre,
en voz alta…
sin énfasis alguno, sin huella de sombra helada,
porque la vida es lo que siempre fue: el hilo sigue.
¿He de salir de tu pensamiento sólo porque no me alcanza tu vista?
No estoy lejos, sólo a la vuelta del camino…
Soy invisible para ti, pero no ausente de ti.
¿Lo ves? Todo está bien hoy para mi, mañana será para los dos.
Volverán a encontrarse los sentimientos,
volverás a encontrar todo lo que hay en mí.
Enjuga tus lágrimas y no llores, si de verdad me amas, no llores más, por favor.
¡si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo,
si pudieran tus ojos contemplar los horizontes,
los campos nuevos, senderos de gozo eterno,
si por un instante pudieras contemplar como yo esta belleza,
en nada comparable al resto de las cosas!
Tú me has visto y amado en el país de las sombras.
Créeme presente en las nuevas realidades.
Créeme porque la muerte vendrá a soltar tus ataduras
como soltó las que a mí me encadenaban.
Y cuando un día que Dios ha fijado y conoce,
tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,
compartiremos juntos la eterna luna de miel.
¡Enjuga tus lágrimas y no llores más, si de verdad me amas!
Aleluya, porque el Señor ha resucitado.

Desconozco quién es el autor

No dejéis nunca de luchar


El fin de semana pasado estuve en el funeral de un amigo; al terminar la celebración se leyó la siguiente carta, he de decir, que me impactó, escuchar a la madre, entre nervios y tristeza, leer lo que su hija de 12 años había escrito para la familia:

23-IX-2012

Queridas tía Lali y Nuria:
Lo siento mucho, aunque se haya ido físicamente no significa que también en vuestro corazón.
Llorar solo trae más lloro. No sirve para nada, solo angustia cada vez más y llega un momento que te hunde en la miseria.
Hay que ser fuerte y superar las consecuencias rodeadas de los que más os quieren.
Si se ha ido, es porque ha escuchado la llamada de Dios.
Siempre fue un hombre listo, bueno, amable y muy cariñoso con todos sus amigos y familiares.
Allá donde esté nunca se olvidará de vosotras.
Hay un refrán que dice:
No hay mal que por bien no venga, el mal es que nuestro ser querido se marchó hace pocas horas pero el bien es que a partir de ahora nadie podrá con vosotras, y de eso estoy totalmente segura.
Superaréis todos los obstáculos que se enfrenten a vosotras en vuestro camino hacia la gracia de Dios.
Su camino ya terminó y como bien sabéis nunca dejó de luchar, quiero que imitéis su ejemplo, no dejéis de luchar nunca, nunca, bajo cualquier circunstancia.
Tenéis el ejemplo de Puchi, cuantos fallecimientos ha tenido ella en su vida y, miradla, fuerte como Hércules.
‘No dejéis nunca de luchar’

Paula Díaz Val

Gracias Paula, por estas palabras, que no solo van dirigidas a tu familia, sino que también pueden llegar a muchas personas, siendo palabras de consuelo y ánimo en esos momentos de dificultad, de tristeza, de soledad,… por la pérdida de alguien a quien queremos. Gracias Paula por compartir tus sentimientos, tu sensibilidad, tu fortaleza, tu fe,… Tus palabras son vitaminas para el alma, que podemos hacer oración. Que los años no te hagan perder esa capacidad para expresar lo que muchos no sabemos decir.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Luz para el camino



Había una vez, hace cientos de años en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles levando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquélla. En un momento determinado, se encontró con un amigo. El amigo lo miró y de pronto lo reconoció. Se dio cuenta de que era Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dijo:

- ¿Qué haces Guno, tú que eres ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…

Entonces, el ciego respondió:

- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo me conozco las calles de memoria, aún en la oscuridad. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí… No sólo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para sí mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil… Muchas veces, en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás… ¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento… ¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás!

(Anónimo)


jueves, 20 de septiembre de 2012

Ten fe


Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. Entró en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo en otras cercanas a la que él se encontraba. Estaba tan desesperado, que elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: «Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme».

En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva y vio que apareció una arañita. Empezó a tejer su tela en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: «Señor, te pedí ángeles, no una araña». Y continuó: «Señor, por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme».

Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada y observó al animalito tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores entrando en la cueva junto a la que se encontraba el hombre y éste se resignó a esperar su muerte. Cuando los malhechores se detuvieron frente a la cueva en la que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, y entonces escuchó esta conversación:

-      Vamos, entremos a esta cueva.
- No. ¿No ves que hay telarañas? Nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.



«La fe consiste en creer que se tiene lo que no se ve. Perseverar en lo imposible». «Si le pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla». Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas, Él puede hacer mucho más. Si has pedido un muro y no ves sino una telaraña, recuerda que Dios puede modificar las cosas… Por lo tanto, confía en Él.

Alzheimer



Es una enfermedad neurodegenerativa irreversible que cursa con demencia y cuyas causas no se conocen, que ataca al cerebro y produce un grave deterioro de las funciones cognitiva, conductual y funcional que condena a quien la padece a depender de un cuidador las 24 horas del día.

Es la demencia más frecuente. No es parte del envejecimiento normal, no es contagiosa y tampoco hereditaria, salvo en un pequeño porcentaje de casos que no sobrepasa el 2%, la inmensa mayoría de los casos son de los llamados esporádicos. Es una enfermedad ligada a la edad, si bien no es exclusiva de los ancianos.

Aquí os dejo algunas sugerencias para mejorar el bienestar de los enfermos
  • Adivinanzas, refranes, completar frases, describir objetos, reconocer personas,... Para entrenar la memoria.
  • Repetición de estímulos, consignas, órdenes o actos, para reforzar los niveles de percepción de las cosas familiares al anciano demente, estimulando sus niveles intelectuales no perdidos aún. Resulta fundamental la orientación en tiempo, lugar y persona, así como el reconocimiento de objetos de uso cotidiano.
  • Que cuente cosas de su pasado, que hable de situaciones que recuerde. Para ello podemos ayudarle con fotografías suyas antiguas para que actúen como estímulo desencadenante de lo que nos cuente. Estimulación de la memoria remota
  • Actividades manuales creativas (pintura, barro, etc.) Y de la vida cotidiana (pelar patatas, partir pan, etc.), supervisadas por el cuidador.
  • Participar en eventos sociales (siempre y cuando los soporte), potenciar las visitas de amigos, haciéndolo participar en la conversación. Pedirle su opinión sobre algo que se acaba de comentar o que ha visto en la televisión.
  • Favorecer su participación en los actos litúrgicos en los que participaba antes de la enfermedad, potenciar la visita del equipo de pastoral de la salud, poniéndolo como el centro de la actuación, las oraciones y los cantos suelen ser muy positivos.
  • Reforzar positivamente las acciones bien realizadas. Evitar las opiniones cuando haga algo mal, no regañarle.
  • La música puede servirle como distracción, como actividad relajante e incluso como evocadora de tiempos pasados.
  • Dar paseos, movilizar articulaciones con ayuda del consejo de un especialista. Evitar posiciones estáticas durante largos períodos de tiempo.
  • Fomentar la realización por sí mismo de sus actividades, para lo que debemos darle el tiempo que necesite y evitar hacerlo por él.
  • Fomentar la lectura, aunque llegue un momento en que no entienda, ya que con nuestra ayuda y con las fotografías que acompañan una determinada noticia él puede comprender parte de lo expuesto.

sábado, 15 de septiembre de 2012

El Buen Samaritano - XXXVII Jornadas Nacionales de Pastoral de la Salud



Un año más la Jornada Mundial del Enfermo nos ofrece el tema de la Campaña del próximo año y de las Jornadas de Delegados de Pastoral de la Salud: “EL BUEN SAMARITANO”: Hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimiento, y el lema: “ANDA Y HAZ TÚ LO MISMO” (Lc 10, 37).

Preguntado Jesús por el principal mandamiento –amar a Dios y al prójimo– al letrado le entran dudas sobre quién es el prójimo. Jesús aprovecha para dejar claro que solo amando a Dios y al prójimo se tiene vida eterna y prójimo es todo hombre que me necesita.

El camino que desde Jerusalén descendía a Jericó, es el camino que atraviesa todo nuestro mundo, y en él se encuentran los innumerables rostros de dolor y sufrimiento…, todas las víctimas de la violencia de nuestro tiempo y de nuestros días.

Es una parábola vigorosa, porque nos habla de la fuerza del amor, que trasciende todo credo y cultura, pero es personal, porque describe con profunda sencillez el germinar de una relación humana y, a la vez, pastoral porque está llena de ese misterio que supone la atención y asistencia al prójimo, y práctica porque nos desafía a superar todas las barreras culturales y comunitarias para ir también nosotros y hacer lo mismo.

Las ponencias que tendrán lugar en estas XXXVII JORNADAS NACIONALES DE DELEGADOS DE PASTORAL DE LA SALUD son:
  • CUENTOS, PARÁBOLAS Y ACOMPAÑAMIENTO... UNA MIRADA DESDE LOS PERSONAJES (Ana G-Castellano)
  •  JESÚS, BUEN SAMARITANO (Marta López Alonso)
  • LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO, SUS PALABRAS, SUS VERBOS... (Antonia Monzón Cortés)
  • HACER EL BIEN AL QUE SUFRE Y HACER EL BIEN CON EL PROPIO SUFRIMIENTO EN SAN JUAN DE ÁVILA (Francisco Javier Díaz Lorite)
  • LA DIACONÍA DE LA CARIDAD COMO MOTOR DE LA MISIÓN (José Cristo Rey García Paredes)
  •  HACERSE PRÓJIMO CON EL QUE SUFRE (José Luis Redrado Marchite)
  • SAMARITANO, TUTOR DE CRECIMIENTO EN EL SUFRIMIENTO - Resiliencia (José Carlos Bermejo Higuera)

lunes, 10 de septiembre de 2012

La fe


Vamos a intentar aterrizar; en el catecismo joven de la Iglesia católica, en el que se define la fe como: saber y confiar. Tiene siete rasgos:

  1. La fe es un puro don de Dios, que recibimos, si lo pedimos ardientemente.

  1. La fe es la fuerza sobrenatural que nos es necesaria para obtener la salvación.

  1. La fe exige la voluntad libre y el entendimiento lúcido del hombre cuando acepta la invitación divina.

  1. La fe es absolutamente cierta, porque tiene la garantía de Jesús.

  1. La fe incompleta mientras no sea efectiva en el amor.

  1. la fe aumenta si escuchamos con más atención la voz de Dios y mediante la oración estamos en un intercambio vivo con él.

  1. la fe nos permite ya ahora gustar por adelantado la alegría del cielo.

Muchos dicen que creer les parece poco, que quieren saber. Pero la palabra «creer» tiene dos significados diferentes: cuando un paracaidista pregunta al empleado del aeropuerto: «¿Está bien preparado el paracaídas?», y aquél le responde, indiferente: «Creo que sí», no será suficiente para él; esto quiere saberlo seguro. Pero si ha pedido a un amigo que le prepare el paracaídas, éste le contestará a misma pregunta: «Sí, lo he hecho personalmente. ¡Puedes confiar en mí!». Y el paracaidista replicará: «Te creo». Esta fe es mucho más que saber: es certeza. Y ésta es la fe que hizo que los mártires perseveraran hasta la muerte, ésta es la fe que aún hoy mantiene en pie a los cristianos perseguidos. Una fe que afecta a todo el hombre.

Al comienzo del acto de fe hay con frecuencia una conmoción o una inquietud. El hombre experimenta que el mundo visible y el transcurso normal de las cosas no pueden ser todo. Se siente tocado por un misterio. Sigue las pistas que le señalan la existencia de Dios y paulatinamente logra la confianza de dirigirse a Dios y finalmente de adherirse a él libremente. En el evangelio de san Juan leemos: «A Dios nadie le ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer» (Jn 1, 18). Por eso debemos creer en Jesús, el Hijo de Dios, si queremos saber qué nos quiere comunica Dios. Por eso creer es acoger a Jesús y jugarse toda la vida por él.

Ante el suicidio

Hoy, 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio, se fomentan en todo el mundo compromisos y medidas prácticas para prevenir los suicidios. Cada día hay en promedio casi 3000 personas que ponen fin a su vida, y al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue. Por eso quiero compartir con vosotros estas reflexiones:

Sentir y manifestar nuestro dolor por la pérdida de un ser querido, parece lógico; pero, cuando el ser cercano que se nos ha ido, lo ha hecho por propia voluntad, quitándose él mismo la vida, nuestra pobrecita lógica a veces se tambalea.

Quienes pasan por esta prueba se ven zarandeados de una parte, por una especie de acusación soterrada del entorno, y de otra, por un sentimiento de culpabilidad a discutir entre el muerto y sus cercanos.

El duelo por este tipo de muertes es mucho más difícil de encajar por diversas razones:

  • Parte de una muerte trágica; es decir, sin ese tiempo de preparación que proporciona la enfermedad. Nadie pudo dar el último adiós.
  • No olvidemos lo ya apuntado: el tremendo sentimiento de culpabilidad que les queda muchas veces a los suyos: “¿Qué te hemos hechos?” “¿Qué te faltó?” “¿Tan mal te estábamos tratando?” “¿Por qué lo has hechos?” Padres, cónyuges, hermanos, amigos, todos se vuelven locos dando vueltas en su pensamiento a posibles razones, situaciones y detalles previos a ese acontecimiento. Y lo malo es que en la mayoría de los casos no encuentran respuesta.
  • También es frecuente que aparezca el rencor contra el difunto. Su decisión ha como desnudado a la familia y sus entornos. Todos se ven como llevados a juicio popular en busca del culpable. La fama familiar se resquebraja. Y ello añade dolor sobre dolor, a la vez que casi imposibilita los sentimientos positivos de dolor que comporta todo duelo.
  • No faltan tampoco los padres de un hijo que adoptó esta decisión a quienes sacude la angustia ante la posibilidad de que algún otro de sus hijos haga lo mismo.
  • Por otro lado, puede suceder también que el suicida llevase tiempo en una vida de tan de vicio, de extorsiones y hasta peligrosidad social, que su muerte haya traído, no sólo la paz a su entorno, sino hasta a sus seres más queridos. A una madre que muestre sus remordimientos por esa paz reencontrada tras la muerte de un hijo así, sólo debemos tratar de convencerla de lo normal que es su reacción. Debemos convencerla de que un verdadero amor materno es perfectamente compatible con esa paz que experimenta al final de tanto sobresalto y disgusto.
Es interesante observar que la Biblia no hace comentarios buenos o malos sobre estas acciones, y que tampoco hace mención de que es lo que sucedió posteriormente con sus almas. El primer pensamiento errado que encontramos en muchas personas es: un suicida, al tomar el poder de Dios en sus propias manos, comete un pecado que lo lleva al infierno. Pero no encontramos ni un pasaje bíblico que afirme claramente esta conclusión. Al contrario, un pensamiento movido por el amor considera que el suicidio es un acto propio de una persona, que movida por la desesperación es un dato que sólo Dios conoce. Sé que los suicidas no tienen dominio sobre su propia voluntad, la depresión los lleva a anular la conciencia plena de sí y el razonamiento lúcido, por lo cual el suicidio no es un acto libre ya que desean acabar con el sufrimiento que padecen. Y sólo Dios sabe qué hacer con un hijo o una hija que ha atentado contra su propia vida. En ese terreno no nos podemos entrometer.

Por fin, pese a todas estas dificultades que la muerte por suicidio añade a la normal, animamos a quienes pasen por estas circunstancias a homologar hasta donde sea posible su reacción y decisiones a tomas con la de las muertes habituales: entierro, funerales, y, sobre todo, oración, más oración que nunca; pero una plegaria dirigida al Señor por quien se fue, y por los que quedamos. Nuestra misma Iglesia, que en otro tiempo excluía del camposanto a estas personas, los admite hace tiempo como sus hijos del “doble amor”.

Hay pocas citas en la Biblia que nos hablan del suicidio; en todo el libro se mencionan sólo siete personas que cometieron suicidio: Abimelec (Jueces 9, 50-57), Sansón (Jueces 16, 28-31), Saúl (1 Samuel 31, 1-6), el escudero de Saúl (1 Samuel 31, 1-6), Ahitofel (2 Samuel 15, 12-34; 16, 15-23; 17, 1-23), Zimri (1 Reyes 16, 8-20) y Judas Iscariote (Mateo 27, 1-8).  aunque la más conocida es la de Judas, que habiendo traicionado a Jesús, se fue y se colgó.

Respecto del catecismo en su número 2283 encontramos que no se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por vías que él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento saludable. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida. Este es el acto más sublime ante esta situación. Y orar no sólo es pedir, sino confiar en su misericordia. Es esperar con humildad que Dios deje actuar al infinito amor que habita en él. Y entrar en oración da serenidad.

Jesús siempre transmitió el rostro misericordioso del Padre, dando hospitalidad hasta en el momento de su suplicio en la cruz: a quienes lo crucificaban, a la madre y al discípulo, al ladrón...

Transmitamos siempre nosotros el verdadero rostro del Padre que el Hijo anunció y defendió a capa y espada. Dejémonos escandalizar por la misericordia divina que rompe nuestra lógica. Que nuestro acompañamiento a quienes se encuentran con un suicidio en su familia sea: sincero, prudente, oportuno, clarificador, como lo haría Jesús. Para acompañar especialmente el duelo de los familiares de las personas que se han suicidado, hay que revestirse de sentimientos de amor. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Las cinco personas que encontrarás en el cielo



Eddie, un veterano de guerra de 83 años, vive separado de la gente que amó. Busca justificar su vida ahora que está cerca su fin. Una mañana un accidente en una cabalgadura tiene como víctima a una niña de 5 años. Frente a una muchedumbre horrorizada, Eddie intenta salvar la vida de la niña. Después, un flash cegador de luz y silencio, y Eddie despierta en un desconocido lugar llamado Cielo. Pero no está solo. Cinco personas le esperan para conocerle.

Casi todo el mundo tiene una idea del cielo, como pasa en la mayoría de las religiones, y todas ellas deben ser respetadas. La versión que se ofrece aquí sólo es una suposición, un deseo, en ciertos aspectos, que a personas que no se sentían importantes aquí en la tierra les hizo darse cuenta, al final, de lo mucho que contaban y de cuánto se les quiso.

Tras ver la película surgen dos preguntas importantes:

  • De qué manera nuestra vida está ligada a la gente que no conocemos
  • Cómo influyen nuestras decisiones en la vida de otras personas
Espero que os guste y que os haga reflexionar sobre estas preguntas.

Si preferís leer el libro, lo podéis encontrar en el siguiente enlace:
https://es.scribd.com/doc/203813903/Las-5-Personas-que-encontraras-en-el-cielo-pdf

martes, 4 de septiembre de 2012

Preparándonos para cantar el nunc dimittis


Estamos en una cultura que cada vez se aleja más y acepta peor cualquier tipo de sufrimiento; parece que muchas veces no caemos en la cuenta que no se puede tener un arco iris sin un poco de lluvia; y por eso, porque huimos de todo lo que implique sufrimiento las manifestaciones excesivas de dolor ante la muerte no tienen cabida en las ceremonias comunitarias.

Hoy, la enfermedad, el sufrimiento, el envejecimiento o cualquier tipo de vulnerabilidad se viven como un fracaso, nos decepciona, no nos ayuda a mirar en positivo y nos hace cuestionarnos hasta la propia existencia. Por tanto, tampoco se acepta la muerte, que para algunos es el más grande  e inexorable fracaso y, como no se puede evitar, se lleva en silencio, lo mejor no hablar de ello, como si no existiera, sin ceremonias que trasciendan de lo privado, pasa a ser un tema tabú. Sin embargo, en el ámbito individual, el dolor, la pena, el duelo son similares e incluso más intensos que en épocas anteriores, precisamente porque no se puede compartir. El dolor se vive en la intimidad, e incluso el hacer excesivas manifestaciones de dolor se considera como exageraciones. Y decimos que estamos bien, cuando en realidad lo que estamos necesitando es un abrazo de esos que dicen yo sé que no estás bien.

Antiguamente la ‘buena muerte’ era la que llegaba poco a poco, la que daba tiempo para reconciliarse con Dios y con el prójimo, la familia, los amigos, los compañeros de batallas. Sin embargo, la ‘mala muerte’ era la muerte repentina, la que había venido a hurtadillas y segado la vida sin que el moribundo hubiera tenido tiempo de poner en orden su vida espiritual, familiar, social y humana en general. Hoy en día, los conceptos han cambiado y la muerte deseada es la muerte repentina, por aquello de “que sea sin sufrimiento”, si no me entero mejor, pero porque muchas veces a lo que tenemos miedo es también al dolor que no se puede controlar. Y también probablemente por la falta de contenido de nuestras vidas, vivimos cada vez más individualistamente, hasta las familias están cambiando, y pensamos y sentimos que no necesitamos reconciliarnos con nada ni con nadie.

La muerte de hoy es con frecuencia la muerte en soledad, no solo interiormente, sino también exteriormente, parece que tenemos que salir de esta vida por la puerta de atrás, sin que nos vean. Pues, lo cierto es que cuando nos toca pasar por ese trance esto nos parece trágico, incluso  conceptuamos la soledad como un sufrimiento añadido muy importante, pero muchas personas, esto no lo experimentan hasta que no lo viven en carnes propias, porque se han pasado la vida huyendo de la muerte y de todo lo que ello implica, no han vivido ningún tipo de duelo y no aprenden a ir viviendo su vida para vivir la muerte.. Por eso, no nos imaginamos una muerte buena como una muerte en paz espiritual sin dolores que no se puedan controlar y, sobre todo, rodeados de nuestros seres queridos, que en ese momento nos aportan cariño y consuelo, que en ese momento nos dan la mano y nos ayudan a dar el salto hacia los brazos del Padre.

Cuando el tiempo de la partida es inminente (2Tim 4,6), y, aparentemente, no resta si no aguardar la muerte, el anciano enfermo es la figura de una plenitud que ni siquiera el deterioro progresivo anula. «No habrá jamás... viejo que no llene sus días» (Is 65, 20). El final de la vida puede estar lleno de recuerdos y de nostalgias, y también de agradecimiento; de experiencias y de sabiduría, de desasosiego y de serena confianza; de soledad sufrida, por impuesta, y de soledad fecunda. Es el tiempo de volver a Dios con amor, con las manos abiertas y el corazón agradecido y engrandecido por la vida que hemos vivido; pero esto no lo sabemos porque nunca hemos querido aproximarnos a este “mundillo”, creyendo que nunca nos tocará, y huyendo de nuestra carrera hacia la meta, hacemos que esta sea una carrera de constantes obstáculos, en la que no nos despedimos de los que queremos, en la que nos angustia el dejar muchas cosas pendientes, en la que somos incapaces de expresar sentimientos, en la que no hemos aprendido a desear la soledad, en la que jamás podremos expresar el nunc dimittis, también conocido como el cántico de Simeón; pues, aún estamos a tiempo, de poder expresar todo esto en positivo, y dar gracias por la vida.