viernes, 25 de marzo de 2016

Manual del Lenguaje del Cuidado

Conoce y descarga el Manual del Lenguaje del Cuidado, pincha en la imagen:

Viernes Santo

Señor, que sea capaz de mirar, que es precisamente en la cruz, donde está toda la fragilidad humana, donde se da también la grandeza de un amor que se nos da, lleno de misericordia. Señor, ¡enséñanos a mirar!

"Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quien creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. 


Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el pecado de muchos e intercedió por los pecadores."

Is 52, 13; 53,12





jueves, 24 de marzo de 2016

Feliz Jueves Santo

Hoy es un gran día, hay tanto para dar gracias a Dios!!!

Hoy, en este Jueves Santo, en la celebración de la Cena del Señor, conmemoramos el acontecimiento de la Institución de la Eucaristía por Cristo:


También celebramos el día del amor fraterno


Y la institución del sacerdocio


¡¡FELIZ JUEVES SANTO!!!

domingo, 6 de marzo de 2016

Misericordia y entrega en San Juan de Dios

En esta ocasión compartimos con vosotros la reflexión del Hno. Gabriel Garcia, en el quinto día de la Solemne Novena a San Juan de Dios:


Acabada su peregrinación a Guadalupe, su director espiritual le manda regresar a Granada donde fue llamado por el Señor para comenzar una nueva andadura, una nueva forma de vivir.

Ahora todo es nuevo para Juan de Dios, todo es intriga, todo ilusión, todo es esfuerzo, muchas dudas, tiene que enfrentarse con una realidad que no ha vivido antes.

Curiosamente llega a Granada por la mañana, como si le anunciasen el preludio del alba de su gran obra de misericordia, como si fuese el amanecer del servicio que quiere dar, aliviar el sufrimiento con el que se encuentra: pobres deambulando por las calles, desnudos y enfermos echados en el suelo, helados de frio porque era invierno.

Después de participar en la Misa toma la decisión de subir a la sierra (en las alturas es donde se manifiesta el Señor con más claridad). Juan de Dios intuye que la humildad es la base de toda verdadera grandeza, que para seguir al Señor, primero tiene que aprender a ser pequeño, a ser servidor de todos.

Sueña, desea tener un sitio donde poder cuidar y atender a tanta necesidad como se encuentra diariamente. Pero, ¿cómo conseguirlo? Pedir aún le da vergüenza. Comenzaré por algo sencillo, recogiendo leña y vendiéndola en la Plaza y así podré ayudar a los demás.

Sencillo el planteamiento ¿verdad? Pues cuando descendía del monte sintió tanta vergüenza que no fue capaz de entrar por la Puerta de los Molinos que está bien distante del comercio de la Ciudad y se lo dio a una pobre viuda que le pareció que tenía necesidad. Podemos ver en este episodio, nada sencillo, la lucha entre su orgullo y el desprendimiento que le pide el Señor.

Al día siguiente, avergonzado de la cobardía del día anterior, después de oír Misa se fue a por otro haz de leña y cuando regresaba a la ciudad comenzó a sentir la misma vergüenza que el día anterior y reprochándose a sí mismo y avanzando comenzó a decirle a su cuerpo: vos, don asno, que no quisiste entrar ayer en Granada con la leña, por vergüenza y conservar tu honra y dignidad, pues ahora las a va a perder y llevaras la leña hasta la plaza mayor para que te vean  todos los que te conocen y pierdas la altanería, el orgullo y la soberbia que tienes. Y así fue hasta la Plaza Bib-Rambla y como no lo habían visto desde la locura, se acercó mucha gente asombrada de verle; algunos con mucha guasa y burla le decían: ¿Qué es esto hermano Juan? ¿Cómo te fue en el Hospital con los enfermos? No hay quien te entienda, cada día cambias de oficio y manera de vivir.

Y de esta y de muchas maneras se burlaban de él con palabras y gestos los mozos ociosos. Él, alegre y humildemente recibía estos reproches sin enfadarse, al contrario les respondía con risas y así se hacía participe de lo que ellos estaban disfrutando, al tiempo que se gozaba de no rechazar lo que él pretendía, ser humillado: Hermanos, este es el juego de birlimbao, tres galeras y una nao, que mientras (más) veas menos has de aprender. Y así con estas palabras y otros semejantes chascarrillos, amorosamente respondía a los que le preguntaban por su vida, encubriendo con ellas la gracia que le había dado el Señor y se recreaba y disfrutaba de que lo tuviesen por poca cosa y de poca valía, y de esto salía bien parado con ellos, porque la gente comúnmente juzgaba que era ramalazo de locura cuando ven lo que está haciendo.

Así que más leña y más humillaciones que estos le fortalecen. “El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. Con perseverancia, Juan está dando comienzo a esa entrega que vivirá sin límites. Porque “Si el  grano de trigo no muere, no da fruto”.

Juan, fortalecido por la gracia y misericordia de Dios está comenzando aquí, en la Plaza Bib-Rambla, un nuevo camino; la entrega total a Dios y a los pobres y enfermos.

Quiere aliviar el sufrimiento con el que se encuentra a diario. Quiere compartir con ellos todo: sus amarguras y sus esperanzas. Quiere demostrarles que la Misericordia de Dios es Grande y Eterna.

Sabe, es consciente, que él solo no puede solucionar tanta necesidad, pero confía sólo en Jesucristo que lo ayudará, pues conoce su corazón. Juan se fortalece en la fe y en la práctica de la misericordia, al igual que comienza a ganarse la confianza de la gente y van apareciendo algunas personas solidarias que le ayudan en el alquiles de la Pescadería (primer germen de su hospital).

La misericordia de Dios transforma el corazón de Juan de Dios haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de hacer y dar misericordia, porque al experimentar en su persona la misericordia de Dios, él se hace misericordioso.

¡La Misericordia lo puede todo!

Y comienza a recoger pobres desamparados, enfermos y tullidos que encontraba. Y compró algunas esteras de anea y algunas mantas viejas para pudiesen dormir, porque no tenía para más, ni otra medicina que darles, y así les decía: Hermanos, dad muchas gracias a Dios por esta ayuda que nos concede y por la paciencia que tiene en esperarnos y les trajo un cura para que se confesasen.

Y el local de la Pescadería se queda pequeño de tanta gente que llega, pues no cabían ni de pies de los que venían a la fama de Juan de Dios.

Ya lo vemos contento, como un brazo de mar en servicio y atención a los pobres y enfermos. Dice que: hay días que no tiene tiempo ni para rezar el Padrenuestro, con esto quiere decir que como está solo, tiene que cuidar a más de ciento diez personas, hacer la comida, darles de comer, ir a pos agua a la fuente, lavarlos, limpias la casa, lavar la ropa, escaldar piojos, etc..

Como son tantos y el local es pequeño tiene que cambiarse a otro más grande y más espacioso y, acuestas traslada a sus pobres tullidos, enfermos que no podían ir por su pie hasta la cuesta de Gomerez. Aquí puso más orden y concierto, y puso  camas para los más dolientes, por distintas enfermedades y por sexo; y nuestro Señor tuvo a bien de proveerlo de enfermeros que le ayudasen a servirlos, mientras él iba a buscar la limosna y medicinas con que se curasen. Pero el trabajo es tanto que las horas del día no le san para más y el que al principio de su obra le daba vergüenza pedir, ahora resulta que es hasta original pidiendo, y comenzando la noche, después de realizar todas sus tareas, salía por las calles con su capacha y dos ollas en las manos, iba diciendo a voces: “¡Quien hace bien para si mismo! ¿Hacéis bien por amor de Dios, hermanos míos en Jesucristo?” Y como tenía voz lastimosa y la virtud que el Señor le daba, parecía que esta petición atravesaba las entrañas de todos.

Esas noches frías de Granada en que no hay nadie por la calle, pero, se asoman por la ventana para darle su limosna.

Juan de Dios, modelo ardiente de Caridad y un modelo de involucrar a los demás.

También hay gente que se cansa de darle limosna y por otra parte él no se sacia de atender a toda clase de necesidad que se encuentra: Cuida a niños que allí le dejan, socorre a las viudas, atiende a los pobres vergonzantes en sus casas de mujeres alegres y las redime y les busca trabajo digno. En una ocasión dos de estas mujeres le piden que las lleve a Toledo, con el pretexto de cambiar de vida y como él no duda, junto con Ángulo se dirigen de Granada a Toledo y en mitad del camino se les pierde una. Ángulo protesta y le dice a Juan que lo están engañando y Juan le responde: Mira, si vienes desde Motril a Granada con tres cajas de sardinas y por el camino se te estropean dos, ¿tirarás la otra también?

Hay tanta necesidad que atender en Granada que no encuentra suficiente limosna y viaja por toda Andalucía, Extremadura y Castilla hasta Valladolid pidiendo para sus pobres que son tantos que no sabe cómo se pueden sustentar. Acaba su vida desvencijado. Más no se puede entregar.

Amigos y compañeros, es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros impulsándonos a amar al prójimo como lo hizo san Juan de Dios. Porque las obras de misericordia corporales y espirituales, nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y que sobre estas obras de misericordia seremos juzgados en el último día.

A nosotros como sanitarios o como buenos samaritanos nos toca mirar, tocar, nos corresponde preguntar y escuchar, cuidar y curar, nutrir, visitar, consolar y educar al ENFERMO. Y además como dice el Papa Francisco: “practicar con ellos la CARIÑOTERAPIA”.

Sí, la CARIÑOTERAPIA ayuda a que el tiempo en que estén los enfermos a nuestro cuidado lo vivan con mayor integración, lo vivan con alegría. La cariñoterapia es muy importante que junto a la farmacología, forman las dos un complemento extraordinario, muy eficaz, curativo y complaciente.

En definitiva: “curarlo cuidándolo” porque tocar la carne de los pobres y enfermos es tocar la carne de Cristo compasivo y misericordioso (Mensaje de Cuaresma del Papa Francisco)

Así lo entendió y vivió San Juan de Dios que viendo tanta necesidad y al no poder atender a todos se le parte el corazón. Porque la misericordia y la compasión son el hilo conductor y el programa de su vida.

Es tan fina y sutil la compasión de san Juan de Dios, que se compadece hasta de un dolor de muelas que tiene Luis Bautista. Por eso nosotros somos, tenemos que ser su continuación, siendo manos, brazos y corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, sus obras de misericordia.

En ocasiones, también, aflora alguna lágrima en nuestros ojos, es normal porque también tenemos nuestro corazoncito, porque si no lloramos como Jesús y como San Juan de Dios, ante las miserias de los demás y las injusticias de nuestro mundo, es que se no ha secado la fuente de nuestros sentimientos.

Los seguidores de Cristo y de San Juan de Dios: tenemos que ser epifanía (manifestación) de la misericordia del Padre como identificados con Jesús. San Juan de Dios nos recomienda que:

“Después de nuestro trabajo tenemos que dar gracias a Nuestro Señor Jesucristo, porque usa con nosotros de tanta misericordia”. “Pues si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios para con nosotros, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos”.

Y para finalizar: Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.


Hermano Gabriel García, OH

viernes, 4 de marzo de 2016

Misericordia y Conversión en San Juan de Dios


Como sabéis estamos en el Jubileo de la Misericordia, y no voy a hablar mucho más de ello porque lo estamos viviendo desde el 8 de diciembre de 2015; pero, también estamos en el tiempo de cuaresma, y nuestro Papa Francisco ha expresado su deseo de que “la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios”; pues bien, en este tiempo se nos recuerda que siempre estamos necesitados de experimentar la misericordia y el amor de Dios; y que hemos de estar permanentemente en actitud de conversión y de salida de nosotros mismos para ir al encuentro de nuestro hermano, desde el amor, desde la caridad, desde la misericordia.

INTRODUCCIÓN

La cuaresma es precisamente un tiempo fuerte de encuentro, conversión y renovación.

Haciendo uso de vuestra paciencia, me gustaría compartir sobre el itinerario de conversión de san Juan de Dios, en consonancia con los domingos de cuaresma, que como ya habéis escuchado los domingos pasados, el primero y el segundo son las tentaciones y la transfiguración, y en este ciclo C del año litúrgico, se proponen textos que tratan de la conversión y del perdón de los pecados, las parábolas de la higuera estéril, del hijo pródigo y la mujer adúltera.

PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO DE CONVERSIÓN

Hemos empezado el primer domingo de este tiempo de conversión pisando fuerte, con un evangelio que nos despierta de nuestros posibles letargos y nos pone en clave de conversión, renovación y búsqueda de la voluntad de Dios en medio del desierto que en muchas ocasiones nos ofrece la propia vida; existen muchas formas de ser llevados al desierto por el Espíritu: la enfermedad, la soledad, una ruptura familiar, una situación laboral difícil,… cada uno podemos ir pensando en nuestros propios desiertos, que para algunos es un sinsentido de la vida y para otros es encontrar un sentido.

El caso es que el camino aventurero y fascinante de Juan de Dios nos muestra las maravillas de quien se ha dejado conducir al desierto y descubre allí la acción de Dios sintiéndose hermano de los más desfavorecidos. Fue tentado en ese camino de búsqueda de muchas formas, e incluso lo pasó muy mal como soldado… hasta que llega a Granada.

Dice el Hermano Braulio Novella: «No es necesario ponderar su belleza y su rango. “La toma” fue en son de paz, con los libros al hombro, por la puerta de Elvira, donde puso su tenderete. Deslumbrado por la grandiosidad de los jardines y monumentos, asombrado por aquel hervidero humano, oía el rumor monótono de los desamparados, cayendo en la cuenta que allí donde hay muchos ricos abundan los pobres y donde se desborda el desenfreno, cunden los desgraciados. Percibió también el número ingente de personas buenas y dadivosas. Tanta belleza y suciedad juntas, lo sacaban de quicio y decía: esto no puede ser, esto no puede ser». Digamos que desde esta frase empieza el itinerario de conversión. En el desierto encontrarse con el esto no puede ser.

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO DE CONVERSIÓN

En el segundo domingo de este tiempo de conversión, entre el tabor y lo cotidiano, se nos invita a la oración, con nuestra mentalidad práctica, tal vez nos cuestionemos si hay que subir a la montaña para rezar, y la respuesta es sí, sí hay que rezar, debemos capacitarnos en el arte del silencio interior, porque es allí donde podemos escuchar aquello de “este es mi hijo, el escogido, escuchadle”.

A mí no me gusta dar nombres, porque siempre te dejas alguno en el tintero, pero, aquí no puedo evitar compartir mi experiencia con un hermano de san Juan de Dios, para mí, otro “santo de la misericordia”; me estoy refiriendo al hermano Antonio Florido, al que todos, o casi todos, conocisteis. Él con su estilo de vida, me enseñó a escuchar, hacer silencio interior pasando por la disposición a centrarse en el otro, poniéndose así mismo entre paréntesis, aprendiendo a manejar los sentimientos que produce el encuentro con la vulnerabilidad del otro… todos los que le conocisteis tenéis que haber sentido su entrega desde el silencio, desde la escucha activa, desde ese estar sentado en su mesa engarzando bolitas  para hacer rosarios, y estando pendiente de cada uno de vosotros. Intuyo que esta escucha la aprendió el hermano Antonio Florido de Juan de Dios, y así nos los fue transmitiendo a los que tuvimos la gozosa experiencia de conocerlo.

Juan de Dios experimentó la sensibilidad de escuchar a Cristo a través de Juan de Ávila, ¿os acordáis? Juan de Dios participaba en la vida de fe que, en aquella época era lo normal en España y, en concreto, en Granada. Dentro de toda la “movida” de mercaderes, aventureros, artesanos, extranjeros… se tenían de vez en cuando lo que hoy llamaríamos charlas o conferencias, y un 20 de enero de 1539, fue a Granada, Juan de Ávila (más tarde sería San Juan de Ávila). Ese 20 de enero, día de la festividad de San Sebastián, Juan se encontraba en la capilla dedicada a este santo mártir con la finalidad de oír predicar al célere Juan de Ávila. Abstraído estaba Juan de Dios en la oración cuando el Maestro Ávila empezó su sermón. Él ya estaba en el tabor, estaba orando.

El tema de la “charla” del día, era el evangelio del seguimiento cuando Jesús dice a los suyos que “dejen todo y le sigan”. Al preguntar el famoso predicador a sus oyentes, con voz potente: «¿Qué hacéis por nuestro Cristo, que tanto os ama?» a Juan le pareció que aquellas palabras eran para él en concreto, aunque estuviera rodeado de muchas personas, y sintió algo muy extraño dentro de sí mismo, algo que no podía entender (suele pasar a veces). Era el fuego de un deseo inmenso de hacer el bien, que durante muchos años (en esa etapa de búsqueda) estaba ardiendo sin poder levantar llamas. Las palabras del sacerdote manchego habían roto aquella costra y en aquel volcán de amor y misericordia se abría una gran brecha. Las llamas, tanto tiempo reprimidas, se levantaron hasta el cielo iluminando a Juan de Dios, esa fue la transfiguración vivida por Juan de Dios, que, al ver a Dios y verse a sí, no pudo menos de salir corriendo, alucinado, con un fuerte “subidón” que dirían los más jóvenes, dando gritos por las calles granadinas: que había que seguir a Jesús.

La gente decía que Juan de Dios se había vuelto loco, pero él se percató en ese momento, que Dios misericordioso, le había desvelado el porqué de tantas cosas en su vida, hasta entonces inexplicables.

Las enseñanzas que extraemos de este episodio de su vida siguen siendo actuales, este momento lo conocemos como la conversión de San Juan de Dios; se produce tras escuchar el evangelio de las Bienaventuranzas y abrirse a la iluminación de la gracia divina y es que siempre que Jesucristo predica el evangelio, llama a la conversión. Fue el encuentro con esas palabras lo que hizo cambiar radicalmente su existencia, fue el punto álgido de este trayecto de su peregrinación.

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO DE CONVERSIÓN

Y así llegamos a las parábolas de la conversión, porque Dios no se cansa de darnos oportunidades, y en el tercer domingo (que lo escuchamos hace dos días), el de la higuera estéril; vemos que siempre cabe la posibilidad de responder positivamente a su plan, pero claro, hay que hacer algo por crecer y abrirse al abono con el que el Señor pretende sacarnos adelante. Necesitamos tiempo para madurar y dar fruto, para convertirnos y cambiar la mentalidad del corazón. A la higuera sin fruto le falta su proceso de maduración.

Este proceso lo descubrimos en la vida de san Juan de Dios: tras los gritos desaforados, pidiendo perdón a Dios y a todo el mundo, que se tira al suelo, da  volteretas, llora… a Juan de Dios lo llevan como loco pernicioso al hospital, podríamos decir que a la sección de psiquiatría, para someterlo a la terapia de los azotes. Y parece ser que fue un ingreso voluntario, porque cuando quiso fue y pidió el alta y tuvieron que dársela, por sus muestras de cordura, sensatez, buen juicio e inteligencia superior a lo común. Siendo como era gran observador, su talento natural le llevó a descubrir allí mismo precisamente, el inmenso mundo de la enfermedad y su entorno, con los peligros que acechan al hombre sometido a cualquier tipo de dolencias. Pero necesitó su tiempo. Necesitó su tiempo para percatarse de todo esto, necesitó un parón en el camino.

A nosotros nos pasa, imaginad que cogemos la furgoneta del centro y nos vamos de paseo, y a pesar del GPS nos perdemos, sería un poco absurdo, que sabiendo que vamos en camino inadecuado siguiéramos adelante, ¿qué deberíamos hacer? Pararnos, si podemos, y ver cómo podemos regresar para coger la salida adecuada, pues algo así es la conversión, consiste en pararnos sentir esa misericordia de Dios, e ir transformando el corazón de piedra en un corazón capaz de entregarse por el prójimo.  Sí, en muchas ocasiones “andamos como barca sin remo”, que diría Juan de Dios.

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO DE CONVERSIÓN

El cuarto domingo, tenemos la parábola del hijo pródigo, destacando la actitud misericordiosa del Padre, en la que no hay posibilidad de encontrarse con el Padre sin sentirse hermano de los otros hijos.

Esta incondicionalidad de ser hijo y hermano la descubrió Juan de Dios, ¿qué le pasó? Unos dicen que se trata de un caso típico de conversión radical por efecto de la gracia “tumbativa”, que irrumpió sobre él, como sobre Pablo de Tarso cuando iba a caballo camino de Damasco y lo derribó. Otros opinan que fue un fogonazo, un torrente de luz interior que le ofuscó. Otros, que sufrió un momentáneo trastorno mental, sin consecuencias, del que pronto se repuso. Algunos dan un sinfín de explicaciones.

Sencillamente, la respuesta podría ser, que descubrió de modo súbito y emocional (las palabras de Juan de Ávila lo empujaron), lo mucho que Dios Padre lo había amado, como era objeto de la predilección de Jesucristo, escondido en el pobre y el enfermo, y no haber correspondido a ese amor tan grande con más dedicación, a sus 44 años ya. Veía con nitidez que el hermano, su prójimo, era su vocación, la auténtica llamada a Dios, no percibida antes con tanta fuerza, no seguida con coraje. Y lloraba de dolor y de amor, que son dos caras de la misma realidad, esas son las dos caras de la conversión.

QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO DE CONVERSIÓN

Y finalmente, en el tramo final de este tiempo de conversión, nos encontramos con la mujer adúltera, y a Jesús que respeta a la persona y a cada persona, sin echar nada en cara, le dice “tampoco yo te condeno”, le da confianza y seguridad en el camino futuro. La libera para proyectar una vida nueva. Sólo Dios puede perdonar porque sólo Él es rico en misericordia. Ya diría san Juan de Dios, “si supiéramos cuán grande es la misericordia de Dios nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos”, y por ello en su peregrinación hacia Guadalupe, su canto será “Yo serviré a ‘mis amos y señores’, los enfermos, antes de que se me mueran y aunque se vayan a morir”, ya veis daba igual la condición del enfermo, Juan de Dios sólo quería servir, desde la caridad, sin juzgar, con misericordia, y es que la conversión, invita al compromiso.

FINAL

Cada uno de nosotros se encuentra en un momento concreto de la vida y, desde él, tiene que tomar una opción delante del Señor. También a ti y a mí nos ha llegado la hora. Pero la respuesta es algo personal que nadie puede dar por nosotros. Hay momentos en los que Dios y la persona se encuentran cara a cara. Hay momentos en los que están, frente a frente, la misericordia de Dios y nuestra limitación humana… y uno de esos momentos es la conversión, con sus distintas etapas, esto es lo que vivió Juan de Dios.

Que en este tiempo de misericordia, de conversión, podamos decir como el santo: “Confío en sólo Jesucristo que Él me desempeñará, pues Él sabe mi corazón”.

¡Viva san Juan de Dios!



 *Imágenes de internet