Queremos
madrugar cada día para encontrarte,
y
vivir la vida contando con tu presencia.
Terminaron
contigo, pero tú te quedaste entre nosotros.
Tu
presencia nos invade, tu fuerza nos envuelve,
tu
ejemplo nos entusiasma y tu luz nos ilumina.
Queremos
madrugar cada día para encontrarte,
para
no despistarnos y vivir sin ti.
Ellas,
las más tempranas, descubrieron tu presencia entre nosotros.
Otros
nos adormilamos y comenzamos el día sin contar contigo,
sin
darnos cuenta de que caminas la vida a nuestro lado.
Queremos
madrugar para salir al encuentro del hermano,
para
que las prisas no nos hagan correr indiferentes,
sin
importarnos su vida, sin compartir las dificultades cotidianas,
sin
comunicarnos desde el hondón,
haciéndonos
buenos amigos y compañeros del camino de la vida.
Queremos
madrugar para disfrutar, para vivir resucitados,
fortalecidos
por tu impulso,
entusiasmados
por tu propuesta,
comprometidos
en tu tarea.
Tu
impulso, Señor, viene para despertar en nuestro interior
la
luz y el deseo de liberar y alegrar a los hermanos.
Queremos
madrugar porque nuestra alma estaba turbada,
nuestro
ego nos tenía distraídos
y
Tú, Señor, nos despiertas a la misericordia,
al
vivir para los demás, a ser solidarios y liberadores.
Queremos
madrugar porque, a pesar de las noches oscuras,
Tú
nos invitas a seguir tu proyecto, a la entrega total,
Tú
nos sacas de nuestras miserias y nos haces misericordia,
Tú
conviertes nuestra pobreza en riqueza.
Mari
Patxi Ayerra, La palabra del domingo y fiestas, CCS
No hay comentarios:
Publicar un comentario