1ª lectura: 1 Corintios 13,1-8.13
«El amor no pasa nunca»
Salmo: «Dichosos
quien teme al Señor»
Evangelio: Mateo 25,31-40
«Venid,
benditos de mi Padre, y heredad el reino»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando
venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará
en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él
separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y
pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el
rey a los de su derecha: “Venid benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me disteis de
comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve
desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a
verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre
y te alimentamos, con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermos o en la cárcel y
fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis
con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.»
Reflexión
San Juan de Dios, testigo de la #hospitalidad, muerto en Granada el 8 de marzo de 1550, fue
sepultado en la iglesia de Santa María de la Victoria, de la Orden de San
Francisco de Paula. Más tarde, el 28 de noviembre de 1664, los Hermanos
Hospitalarios consiguieron que las reliquias del venerado Fundador fueran
trasladadas a la iglesia de su hospital, en la misma ciudad de Granada, colocándolas
honoríficamente, con gran júbilo, en el altar mayor. (De Textos litúrgicos
propios de la OHSJD)
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