1ª lectura: 2 Samuel 5,1-3
«Ungieron a Daniel como rey de Israel»
Salmo: «Que alegría cuando me dijeron: Vamos a la
casa del Señor»
2ª lectura: Colosenses 1,12-20
«Nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido»
Evangelio: Lucas 23,35-43
«Señor, acuérdate de mí, cuando llegues a
tu reino»
En
aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha
salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» Se
burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres
tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Había encima un letrero en
escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el
Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero el otro lo increpaba: «¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo,
porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en
nada.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le
respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Reflexión
Eso es lo que
tiene de especial nuestro Jesús, que su reinado es tan diferente del reinado al
que estamos acostumbrados; no es un reinado de poder y majestuosidad, sino un
reinado de humildad y amor, un reinado de entrega y servicio, de estar
dispuesto a acoger al otro y de llevarlo al paraíso, por tanto un reinado de
perdón, de paz, de misericordia y #hospitalidad. Su reino,
sigo presente entre nosotros, debemos intentar vivirlo aquí y ahora, en el día
a día, ¿el modo? El amor misericordioso.
Norka C. Risso Espinoza
Material Jesucristo Rey del universo
Cristo es el rey del
universo y de cada uno de nosotros
Es una de las fiestas más importantes
del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo.
Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la
justicia, del amor y la paz.
La liturgia nos propone acabar el año
con una gran fiesta la de CRISTO REY. Esta fiesta tiene que ser como un resumen
de todo lo que hemos escuchado en el Evangelio durante este año. Parece una
tarea difícil, un resumen imposible de hacer. Es cierto, no podemos decirlo
todo en un día, pero sí una síntesis, un resumen en pocas palabras, y tan
pocas, tan solo 2: CRISTO y REY.
¿Pero qué quiere decir esta expresión
que parece más un alegato monárquico, que no algo religioso y espiritual que
resuma todo lo que sabemos de Jesús? Pues vamos a verlo poco a poco:
1. Jesús es el Cristo
ü Jesús fue hombre como nosotros, nacido
de mujer como nosotros y como recordaremos bien pronto en las fiestas de
Navidad.
ü Le llamaban Jesús de Nazaret, que es
como todavía le siguen llamando muchos admiradores, que no son nada religiosos,
pero que admiran a Jesús como hombre.
ü Pero para nosotros es algo más que un
hombre, que una buena persona que hizo el bien, que luchó por una humanidad más
justa, que estuvo al lado de los pobres
ü Jesús para nosotros es el CRISTO, que
es aquella expresión que utilizó Pedro cuando Jesús preguntó ¿Quién decís
vosotros que soy yo? -Y Pedro contestó: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo”
ü Jesús es hombre verdadero, pero es
Dios verdadero. No podemos quedarnos sólo en una relación humana con Él. Porque
Él es Dios y nos ayuda con sus palabras a entender las cosas de Dios y a saber
cómo es Dios nuestro Padre.
ü Y eso es lo que hemos ido recordando a
lo largo de todo este año, que se acaba.
2. Jesús, el Cristo es Rey
ü Además de hombre y Dios, Jesús es REY.
ü Todos sabemos perfectamente lo que
significa la palabra REY
o
Es
la máxima autoridad de un Estado, no hay nadie por encima de él.
o
Tiene
un gran poder, sobre todo los reyes de hace unos cuantos siglos.
ü Jesús también es Rey, no hay nadie más
poderoso que El.
o
Es
rey Eterno, no va a ser nunca derrocado, ni destituido.
o
No
tiene que dar cuentas a parlamentos ni a consejos de Estado.
o
No
gobierna un país, o un imperio, sino todo el mundo. El cielo y la tierra.
ü Y sobre todo Cristo Reina para siempre
ETERNAMENTE, sobre todo cuando se acabe este mundo y vivamos en el Reino de los
cielos, donde ya no regirán las leyes de este mundo, sino las leyes del único
REY: Cristo.
3. Jesús un Rey con corona de espinas
ü Pero lo que nos sorprende del
Evangelio que hemos escuchado es el estado lamentable en que vemos a nuestro
Rey:
o
Medio
desnudo, clavado en una cruz, con una corona de espinas
o
Burlado
por todo el mundo e incluso por uno de los que están crucificados.
ü Y entonces ¿Cómo puede ser que todo un
rey todopoderoso, acabe de la manera como hoy vemos en el Evangelio? –podemos
preguntarnos- Pues simplemente porque este no es el final de la historia. Jesús
es humillado pero no vencido, porque el triunfo final es del Resucitado, es de
Dios.
ü Nuestro mundo está lleno de reyes y
reinados injustos, que permiten injusticias y crímenes como el de Jesús. Pero
sus errores y desgracias no son eternas, por suerte.
ü Por eso los cristianos tenemos siempre
esperanza, cuando vemos lo mal que va nuestro mundo, y esa esperanza está en
nuestro rey: El que finalmente acabará gobernando y para siempre
ü
El que impondrá un Reino de
paz, de justicia, de amor, donde no gobernarán los de este mundo y donde los
más humildes serán los más importantes para el nuevo rey.
UN POCO DE HISTORIA
La fiesta de Cristo Rey fue instaurada
por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. El Papa quiso motivar a los
católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.
Posteriormente se movió la fecha de la
celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta
fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la
historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina
en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo
es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.
Con la fiesta de Cristo Rey se
concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues
celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de
Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida
al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre
todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los
tiempos, en la Parusía.
En la fiesta de Cristo Rey celebramos
que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que
nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en
nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en
nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.
La Iglesia tiene el encargo de
predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación
y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la
Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres,
en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto
conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la
justicia y la salvación eterna de todos los hombres.
Para lograr que Jesús reine en nuestra
vida:
1º. debemos conocer a Cristo. La lectura y
reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para
conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a
su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo
teológica.
2º. Acerquémonos a la Eucaristía, Dios
mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a
Cristo que nos habla.
3º. Al conocer a Cristo empezaremos a
amarlo de manera espontánea, porque Él es toda bondad. Y cuando uno está
enamorado se le nota.
4º. El siguiente paso es imitar a
Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo,
querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera
caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y
amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado
para nosotros.
5º. Por último, vendrá el compromiso
apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino
de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos
podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse. Dedicar nuestra vida a
la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer,
pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables
en todas las circunstancias de la vida.
A lo largo de la historia hay
innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el
Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires hospitalarios de la Orden Hospitalaria
de san Juan de Dios, cuya festividad celebramos el pasado 25 de octubre.
La fiesta de Cristo Rey, al finalizar
el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando
públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el
Principio y el Fin de todo el Universo.
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