- El día 26 de diciembre es la fiesta de SAN
ESTEBAN, llamado el protomártir, es decir, el primero que dio testimonio
de Cristo con el derramamiento de sangre, acompañado de estas palabras: “Veo el
cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”, hecho
recordado en la primera lectura de la misa, sacada del libro de los Hechos de
los Apóstoles; en muchos lugares ese día es festivo, laboralmente hablando,
como “segundo día de Navidad”.
- El día 27 es la fiesta de SAN
JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA, otro testigo de Cristo, por cuya mediación,
como dice la colecta de la misa, Dios “nos ha revelado el misterio de su
Palabra hecha carne”.
- El día 28 se dedica a la memoria de los SANTOS
INOCENTES, que, según la bella expresión de la primera oración de la
misa, “proclaman la gloria del Señor, pero no de palabra, sino con su muerte”,
siendo en verdad los primeros mártires, aunque inconscientes, de Cristo.
- Otra fiesta es
la de la SAGRADA FAMILIA, que se celebra el domingo
dentro de la octava de Navidad y, en su defecto, el día 30 de diciembre: se
trata de una celebración establecida a principios del siglo XX, con un
trasfondo ideológico de tipo conservador, pero que actualmente se puede vivir
plenamente insertada en el misterio de la Navidad: la Palabra de Dios nació y
se hizo plenamente hombre en el marco de una familia como las demás y así
convirtió esa realidad entrañable en medio de salvación.
- El día
1 de enero incluye varios polos de atención: es, en primer lugar, el día que cierra la octava de Navidad
y, por tanto, celebra la plenitud de la conmemoración del nacimiento de Cristo.
En segundo lugar, así como antes se denominaba la fiesta de la Circuncisión del
Señor –ya que en el evangelio de la misa se narra dicho episodio- actualmente
ha recuperado el sentido primitivo de solemnidad de SANTA
MARÍA, MADRE DE DIOS, una de las fiestas marianas más antiguas de la
liturgia romana, en la que se subraya la maternidad de María, tal como lo
expresan las oraciones de la misa, en especial la colecta. No se puede olvidar
que la octava de Navidad coincide, en la mayoría de los países, con la fiesta
del Año Nuevo o inicio del año civil y con la Jornada de la Paz. Todo ello
influye en el sentido de la solemnidad cristiana.
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