1ª lectura: Éxodo 17,3-7
«Danos agua para beber»
Salmo: «Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón»
2ª lectura: Romanos 5,1-2.5-8
«El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado»
Evangelio: Juan 4,5-42
«Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna»
En
aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo
que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado
del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» (Sus
discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.) La samaritana le dice: «¿Cómo
tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los
judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús
le contestó: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber,
le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: «Señor, si no
tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que
nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y
sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo
le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la
vida eterna.» La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed,
ni tendré que venir aquí a sacarla». ÉL le dice: «Anda, llama a tu marido y
vuelve.» La mujer le contesta: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Tienes razón,
que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso
has dicho la verdad.» La mujer le dice: «Señor, veo que tú eres un profeta.
Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde
se debe dar culto está en Jerusalén.» Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca
la hora en que ni en este monte, ni en Jerusalén daréis culto al Padre.
Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos.» Pero se acerca la hora, ya
está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en
espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es
espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad. La mujer
le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá
todo.» Jesús le dice: «Soy yo: el que habla contigo.»
[En
esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una
mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?» La mujer
entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: «Venid a ver un
hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?» Salieron
del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus
discípulos le insistían: «Maestro, come.» Él les dijo: «Yo tengo por comida un
alimento que vosotros no conocéis.» Los discípulos comentaban entre ellos: «¿Le
habrá traído alguien de comer?» Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la
voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que
faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos
y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está
recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo
mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y
otro siega. Yo os envié segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y
vosotros recogisteis el fruto de sus sudores.]
En
aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado
la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho». Así, cuando llegaron a verlo los
samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.
Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no
creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es
de verdad el Salvador del mundo.»
Compartimos
dos carteles para la oración-reflexión:
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