...y por fin empieza el cambio…
para unos tan esperado,
para otros detestado.
Deja atrás calor
y color,
para aventurarse en la exigencia de
ser abrigado
en busca de calidez
y en el
requisito de mirar con otros ojos
para
vislumbrar la tonalidad de colores más grisáceos,
y aún así,
bellos.
Los ruidos van transformándose
desde la algarabía de los chavales,
al precipitar de la lluvia
o el soplido
del viento.
El día a día se hace más corto,
más hogareño;
nuestra inercia se
vuelve centrípeta,
momentos para trascender,
para buscar dentro,
sin distracción, sin apresuramiento,
acompasando nuestro interior
con la naturaleza
exterior.
Norka C. Risso Espinoza
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