1ª lectura: 2 Macabeos 7,1-2.9-14
«Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres»
Salmo: «Los
que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares»
Evangelio: Juan 12,24-26
«A quien me sirva el Padre lo premiará»
Reflexión
Los beatos
mártires de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios sufrieron el martirio por
haber mantenido y confesado su fe, sirviendo a los enfermos y necesitados, en
fidelidad a la #hospitalidad que habían profesado. Ellos, sin
preocuparse del peligro que les acechaba, permanecieron en su puesto
desempeñando el apostolado de la caridad con la ordinaria dedicación, sin
dejarse intimidad por los insultos y amenazas de muerte, aceptando
voluntariamente el martirio. Ellos mejor que ninguno sabían que si el grano de
trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto, y lo demostraron con sus vidas.
(De Textos litúrgicos propios de la OHSJD)
Material Mártires Hospitalarios
Al ser beatificados los 24 hermanos mártires en
Tarragona (13/10/2013), la Santa Sede ha unificado los dos grupos marcando una
el 25 de octubre como nueva fecha de celebración (en vez del 30 de julio).
La nueva fecha apoya festejarlos en mejor tiempo de la
agenda; en verano muchas veces pasaban desapercibidos; además situándonos en el
día de su beatificación, favorece unirnos a su triunfo y testimonio de
fidelidad a la #Hospitalidad, y a una mejor devoción y veneración.
Mártires de la fe y de la Hospitalidad
«Son conocidos como Los Mártires del siglo XX en
España, firmes y valientes testigos de la fe. En unas circunstancias de
confusión, tragedia y sinrazón que siempre acompañan las guerras, dieron su
vida por mantenerse fieles a Cristo y a su Evangelio. Por eso y en este Año de
la Fe, los consideramos como verdaderos ejemplos y testimonios de la Fe.
Nuestros Hermanos son también Mártires de la
Hospitalidad, unidos al grupo de los 71 Hermanos que fueron beatificados por el
Beato Juan Pablo II en el año 1992. Con el nuevo grupo de Beatos la Iglesia
completa y reconoce el testimonio de Fe y Misericordia de todos estos Hermanos,
llevado hasta el extremo de dar sus vidas por amor y servicio a los que sufren.
Para toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios
es una gran alegría y un gran honor el reconocimiento que hace la Iglesia de
nuestros Hermanos, que son propuestos a todos los creyentes como modelo y
camino de santidad.
En el tiempo que hoy nos toca vivir son también una
llamada a renovar la fe, la consagración religiosa y la hospitalidad según el
estilo de San Juan de Dios. A vivirla con fidelidad y pasión y sobre todo a
practicarla con amor y entrega hasta las últimas consecuencias como ellos
hicieron. En un tiempo donde las opciones fuertes parece que se diluyen y los
compromisos son con frecuencia condicionales, nuestros Hermanos Mártires nos
traen el aire fresco de la radicalidad y la fidelidad y el perdón, que son el
fundamento de la esperanza y del futuro.
Ellos son para la Iglesia y para nuestra Orden de modo
particular, el despertador que nos despierte de la apatía y del paso cansino
que tantas veces acompaña nuestra vida. Su valentía y audacia, aunque
estuviesen llenas de temor, es una oportunidad que nos brinda el Espíritu del
Señor para reavivar la alegría y el entusiasmo de nuestra vocación y de nuestro
servicio a los enfermos y necesitados.
Es conmovedor el testimonio de los Hermanos de la
Comunidad de Málaga: “El día 19 de julio de 1936, muy de mañana, el Hermano Gil
de san José Lladó, Superior de la Comunidad de Málaga, informó a los Hermanos
que se vistieran de seglar, se les entregó una pequeña cantidad de dinero y se
les invitó a que, si querían, volvieran con sus familiares. Haciéndoles saber
que se avecinaban situaciones difíciles e, incluso, peligrosas. Con cierta
sorpresa para el Hermano Superior todos los Hermanos, casi al unísono, le
manifestaron unánime y heroicamente: “Padre, me quedo junto a los enfermos,
pase lo que pase, y quiero correr la misma suerte que pueda correr su
Reverencia y los pobres enfermos”. Esta manifestación unánime hicieron que el
Superior llegara a derramar algunas lágrimas”. (C. Eseverri. Mártires
Hospitalarios del siglo XX)»[1]
Los Hermanos de San Juan de Dios de la Comunidad de Ciempozuelos que ofrecieron su vida en el servicio a los pobres y enfermos en los años 1936-37 fueron 32.
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