Esta historia todavía no ha sucedido, pero seguramente
sucederá mañana. Dice así. Mañana, una buena anciana maestra condujo a sus
discípulos, en fila de dos, a visitar el museo del Tiempo Que Fue, donde se
hallan recogidas las cosas de antes que ya no sirven, como la corona del rey,
la cola del traje de la reina, el tranvía de Monza, etc.
En una pequeña vitrina, un poco polvorienta, había la
palabra “Llorar”.
Los alumnos de Mañana leyeron el cartelito, pero no lo
entendieron.
Señora, ¿qué significa?
- ¿Es una joya antigua?
- ¿Pertenecía quizás a los etruscos?
La maestra les explicó que antiguamente aquella palabra era
muy empleada, y hacía daño. Les mostró un frasquito en el que guardaban unas
lágrimas: quién sabe, quizás las derramó un esclavo al ser golpeado por su amo,
quizás un niño que no tenía hogar.
- Parece agua -dijo uno de los discípulos.
- Pero picaba y quemaba -dijo la maestra.
- ¿La hacían hervir acaso antes de utilizarla?
En realidad, los colegiales no lo entendían, es más, ya empezaban
a aburrirse. Entonces la buena maestra les acompañó a visitar otras secciones del
Museo donde había cosas más fáciles de entender, como: las rejas de una
prisión, un perro guardián, el tranvía de Monza, etc, cosas todas ellas que ya
no existían en el feliz país de Mañana.
‘Cuentos por teléfono’ de Gianni Rodari
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