Querida Antonia:
Te has ido sin despedirte de nosotros, aunque creo que nos estabas
preparando para ello. La última vez que hablamos por teléfono para el encuentro
de Maoño, me dijiste que ya no participabas en los grupos de la Asunción, y al
hablar con Conchi me dijo que estabas muy delicada. Hoy me ha llamado Conchi
para comunicarme que te habían encontrado muerta. Te has ido cómo has vivido,
con mucha fe, mucha humildad y sencillez, y sin querer molestar. Hoy al
reflexionar sobre tu partida pienso: ¡NO ES POSIBLE QUE YA NO ESTÉ ANTONIA!
Pero así es.
No has tenido una vida fácil. Has tenido que cuidar de tu madre, de
tu marido, luego tu enfermedad. Sin embargo afrontaste las decisiones con
valentía y convicción. Hasta encontraste tiempo para compartir tu vida con
otras personas que padecían la enfermedad como voluntaria del grupo de Pastoral
de la Salud de la Parroquia de la Asunción
en Torrelavega. En la cena del año pasado en Junio en Maoño nos
regalaste unas preciosas cestas que hacía tu marido. Tu vida ha sido también un
regalo.
Cuando te pedimos que en las
Jornadas Interdiocesanas de Pastoral de la Salud de Corbán dieses tu
testimonio, al principio decías que no tenías nada que aportar, pero al final
lo hiciste. Fue un testimonio sencillo, corto de duración, pero dicho desde el
corazón. A otra gente quizá les pasó inadvertido, a mí no. Como todo en tu
vida, aquel testimonio llevaba ALMA, CORAZÓN, VIDA Y FE.
Compartiste Grupo de Pastoral de la Salud con Pilar Buldaín,
Franciscana de Montpellier o del Espíritu Santo que dejó una huella imborrable
como enfermera, religiosa, enferma y sobre todo, como persona. Creo que la
Pastoral de la Salud diocesana tiene una deuda de gratitud con Torrelavega en
general y con el Grupo de Pastoral de la Salud de la Asunción en particular,
que hoy muy gustoso, ayudo a saldar.
En el encuentro de Maoño decía yo que la Pastoral de la Salud no es
numerosa en efectivos, pero sí de una gran calidad. El Buen Samaritano que
estamos reflexionando este año fue solamente uno y sin embargo como nos propone
Jesús en la Parábola, se conmovió, bajo de la cabalgadura, puso aceite y vino
en las heridas del caído en tierra, lo vendó, lo montó en su cabalgadura, le
llevó a la posada y cuidó de él; y cuando se marchó pidió al posadero que
siguiese con los cuidados, que él se responsabilizaba económicamente de la
situación.
Estamos en el Año de la Fe, viendo como reanimar y compartir la
vida con los demás. En la diócesis vivimos la Asamblea de Laicos, buscando comprometernos
más y mejor con los retos que se nos presentan. Yo hoy propongo que descubramos
a personas como tú, sólidas en la fe, silenciosas en palabras (las justas y
necesarias), pero muy grande en obras.
No se me pasa desapercibido que te has ido al encuentro con Dios el
día de la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo; Fiesta de la Vida
Consagrada y de la Vida Ascendente (Grupo de este movimiento que hay en tu
Parroquia). Has entonado el himno de Simeón: “AHORA SEÑOR SEGÚN TU PROMESA PUEDES
DEJAR A TU SIERVA IRSE EN PAZ, PORQUE MIS OJOS HAN VISTO A TU SALVADOR” (Yo
añado: otras personas también gracias a ti han descubierto al Salvador. Da un
fuerte abrazo a Pilar e intercede por nosotros.
Recibe un saludo emocionado y agradecido.
Iñaki Mardones Aja.
Director del
Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud de Santander
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