Pequeña semilla de la sonrisa,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en rayo de sol para
el anciano o el enfermo abandonado.
Pequeña semilla del apretón de
manos, pequeña e insignificante semilla
que se convierte en salvavidas para
el solitario a punto de ahogarse.
Pequeña semilla del oído atento,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en escala de
ternura para el adolescente desamparado.
Pequeña semilla del gesto gratuito,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en palabra de vida para
el hombre saturado de discursos.
Pequeña semilla de la comunidad
fraterna, pequeña e insignificante semilla
que se convierte en cita de
esperanza para todos los pobres del barrio.
Pequeña semilla de la solidaridad,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en fuente de futuro
para todo un pueblo aplastado.
Pequeña semilla del misionero,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en Buena Nueva para
toda una cultura evangelizada.
Pequeña semilla de la oración,
pequeña e insignificante semilla
que se convierte en respiración y
acogida de una Presencia
para el hombre en busca de
eternidad.
Pequeñas semillas de los testigos,
pequeñas e insignificantes semillas
que se convierten en el árbol de la
Iglesia universal,
al que todos los hombres, alegres
como pájaros,
vendrán a anidar para cantar la
gloria de Dios.
M. Hubaut, Orar las
parábolas, Sal Terrae
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