Señor Nuestro Jesucristo: También nosotros, como los apóstoles nos
confiamos, en ocasiones vamos de sobrados, hasta nos creemos importantes porque
colaboramos en todo, porque llevamos muchos años en la parroquia, porque vamos
a misa los domingos, porque estamos en todas las actividades, porque somos
personas sanas fuertes… pero, luego, ante la mínima dificultad, como puede ser
la enfermedad, nos despistamos, nos sentimos abrumados y nos damos cuenta de
que nuestra fe flaquea, y tenemos miedo o vergüenza por lo que puedan decir de nosotros.
Sin embargo, Señor, estar a tu lado, nos hace caer en la cuenta de
que no somos perfectos. Y el que Pedro te negara tres veces no es nada,
comparado con las veces que nosotros te negamos: en el momento del diagnóstico,
en el pronóstico, en las revisiones, cuando la enfermedad empeora, en el duelo;
pero, en esta hora santa, al contemplarte y sentir tu mirada podemos reconocer
nuestra fragilidad, nos sentimos amados en nuestra pequeñez, y te pedimos que
nos ayudes a ser fieles en los momentos de tempestad.
Señor Nuestro Jesucristo: Como Pedro, Santiago y Juan, que oyeron tu
voz angustiada en el Huerto de los Olivos al decirles: «Velad conmigo», también
nosotros en esta noche la escuchamos y queremos estar muy cerca de ti, no
importa nuestra situación.
Hace poco que les has entregado tu cuerpo y tu sangre, hechos
«alimento para la vida de los hombres». Por eso hoy tu presencia en medio de
nosotros es una realidad.
Déjanos estar contigo. Como dice el Papa Francisco: déjanos
custodiarte. Tenemos mucho que agradecerte, y también necesitamos pedirte
mucho, porque «el espíritu está pronto, pero la carne es débil», y queremos,
sobre todo, acompañarte en la noche en que conmemoramos tu entrega al
sacrificio y a la muerte por nosotros.
Acéptanos, Señor, en tu compañía, déjanos custodiarte y enséñanos a amar al prójimo para amarte a ti.
En estos momentos de nuestra vida, cada uno con nuestra circunstancia, ¿tenemos sueño y preferimos dormirnos, o estamos dispuestos a salir de nuestra comodidad y seguirte con todas las consecuencias que ello implica?
Acéptanos, Señor, en tu compañía, déjanos custodiarte y enséñanos a amar al prójimo para amarte a ti.
En estos momentos de nuestra vida, cada uno con nuestra circunstancia, ¿tenemos sueño y preferimos dormirnos, o estamos dispuestos a salir de nuestra comodidad y seguirte con todas las consecuencias que ello implica?
Norka C.
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