jueves, 17 de julio de 2008

Salud de Dios para los hombres (II)

Pero no sólo hay preguntas, también respuestas de Dios, jalonadas desde dentro de la Historia de la Salvación, en un proceso de crecimiento en el que se va descubriendo el error de interpretaciones humanas y la verdad de Dios. Por eso, la Sagrada Escritura recoge en su interior la realidad del hombre, sus cuestionamientos más profundos y la respuesta de Dios a los mismos, que habrá que saber descubrir y asumir, ya que en la Sagrada Escritura tiene cabida todo lo que se refiere al ser humano y a su destino.

Es lo que intentaremos ir descubriendo en esta página, recordar un problema y una realidad que tenemos presente a menudo en nuestras vidas: la enfermedad y el sufrimiento. Nos adentrarernos en la Revelación para en ella descubrir el mensaje de Dios para el hombre que sufre. Y para ello podremos recorrer especialmente el Libro de Job, el justo que sufre. Pero sobre todo intentaremos adentrarnos en el Gran Libro abierto que es Jesucristo, la Revelación absoluta y definitiva, “salud de Dios para los hombres”, que no sólo es “varón de dolores” sino que además a lo largo de su camino es modelo de actitudes hacia los enfermos. Se nos revela el anuncio de Dios Padre misericordioso que por medio de la acción de su Hijo, ofrece a todo hombre el don de la curación integral.

Así se muestra cómo el interrogante planteado por Job, y por cada una de las personas que sufren, halla su respuesta, no explicativa sino existencial, en Jesucristo.

Nos decía Juan Pablo II que, en el lenguaje bíblico de los textos veterotestamentarios, inicialmente, sufrimiento y mal se identificaban. Pero, gracias a la lengua griega, especialmente, en los textos neotestamentarios se distingue sufrimiento y mal. Sufrimiento es una actitud pasiva o activa frente a un mal, o mejor, frente a la ausencia de un bien que se debiera tener[1].

[1] JUAN PABLO II, Salvifici doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano (Paulinas, Madrid 1984)


Norka C. Risso Espinoza

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