lunes, 26 de mayo de 2014

Despedida

Apenas te conocía, aunque nos hemos cruzado en bastantes ocasiones, no pasábamos de un saludo, por educación; pero tu decisión me ha removido por dentro, me ha cuestionado desde las entrañas. ¿Cuánto sufrimiento llevarías en el alma que no pudiste con el? ¿Tal vez estabas demasiado cansada de enfrentarte al día a día? ¿Qué secretos tendrías que abrieron la herida del corazón y te invitaron a dar tu último viaje?

Sólo tenías 33-34 años, toda una vida por delante, probablemente llena de proyectos, pero una vida que decidiste parar, y después de tanto esfuerzo por poner una sonrisa y seguir adelante, aparentando normalidad y hasta fortaleza, buscando sin saber el qué… al final, te has querido apear de este tren de la vida. Desde luego no soy quién para juzgarte ni a ti, ni a tu dolor, ni me surge hacerlo; pero, me remueve lo previo a tu decisión, este viaje te habrá hecho sufrir mucho, y te sentirías sola, ¡maldita soledad cuando no es deseada! y has decidido adelantar tu encuentro con el Amado.

Nunca he compartido contigo ni vida, ni fe; pero, ojalá encuentres en el Padre, lo que no encontraste aquí, la paz y la felicidad; eso le pedí cuando me enteré que finalmente habías cruzado a la otra orilla, confío en que Él ha salido a tu encuentro con los brazos abiertos y te ha permitido que reclines tu cabeza en su pecho, desahógate allí, vacíate de tanto sufrimiento, charla con Él y siéntete amada.


Compañera, sí, te has adelantado… por mi parte, hasta cuando Dios quiera.

Norka C. Risso Espinoza

domingo, 25 de mayo de 2014

Mensaje de los Obispos para la Pascua del Enfermo

 

Mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral
Pascua del Enfermo, 25 de Mayo de 2014

Fe y Caridad

“También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos” (1Jn. 3,16)

La Pascua es un tiempo de amor, vida y esperanza en que celebramos el triunfo de Cristo. «En esto hemos conocido el Amor: en que Él dio su vida por nosotros; por tanto también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos». (1 Jn.3,16).

imagesEsta experiencia del Amor-Caridad de Cristo sólo la podemos descubrir desde la fe: «Gracias a ella podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado, y es su mismo amor el que nos impulsa a socorrerlo, cada vez que se hace nuestro prójimo». (Porta Fidei 14).

Es por ello que el lema de esta Campaña del Enfermo 2014 se convierte en una llamada a salir de nosotros mismos, a entregar nuestra vida y nuestros esfuerzos por los hermanos. A leer los problemas concretos de los enfermos y de la sanidad, aquí y ahora, en nuestro contexto de crisis económica y social.

En la línea del Papa Francisco que nos hacía, en esta Cuaresma, una llamada a la responsabilidad hacia los hermanos que sufren: «A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas». (Mensaje para la Cuaresma 2014).

En primer lugar, frente a una crisis económica grave, es importante recordar lo que nos decía el Concilio Vaticano II y el mensaje de los Obispos del Día del Enfermo 1987: “El trato humano al enfermo implica humanizar la política sanitaria de cara a promover una salud y asistencia a la medida del hombre, autor, centro y fin de toda política y actividad sanitarias (GS 63). Implica que las instituciones sanitarias estén al servicio del enfermo y no de intereses ideológicos, políticos, económicos o sindicales" (n.5).

También, ante la crisis de financiación, sería necesario iniciar un debate político y social sobre el modelo sanitario que la sociedad española quiere para sí y las prestaciones que pueden ser cubiertas con cargo a los fondos públicos, prestando atención a la movilidad de las personas para que el acceso al sistema asistencial no se vea dificultado fuera de su lugar de residencia.

Al mismo tiempo, ante una cultura de la indiferencia, que se ‘olvida’ de pobres, enfermos y ancianos, se nos pide “tener el valor de ir a contracorriente (…) contemplando, adorando y abrazando a Cristo en el encuentro cotidiano con Él en la eucaristía y en las personas más necesitadas”. (Papa Francisco, Misa con obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas. JMJ 2013).

Pues Dios no es indiferente al sufrimiento. Jesús dio inicio, con su Palabra y su vida, a la esperanza del que sufre. Tarea hoy de nuestra sociedad e Iglesia es romper –como Él- el muro de la indiferencia social, para que el enfermo encuentre en las instituciones sanitarias y en las personas aquella Buena Noticia de la Salvación, también en forma de salud: salud integral y para todos, donde nadie quede excluido de la atención ni de la asistencia.

Necesitamos descubrir la compasión como principio de actuación social, eclesial y política. Jesús jamás pasó de largo ante quien sufría, por ello la Iglesia de Jesús tampoco puede pasar de largo, al contrario, debe acercarse al que sufre como lo hacía Jesús, mirarle con la compasión de Jesús, preocuparse del sufrimiento concreto de cada persona, como Jesús. Éste debe ser el estilo de nuestras parroquias y de nuestra acción pastoral. Necesitamos dejar que nuestro corazón se conmueva ante el hermano herido y enfermo.

Luchar por la justicia social y sanitaria hacia los más indefensopascuas: bebés no deseados, enfermos abandonados, afectados por enfermedades raras, inmigrantes enfermos, ancianos solos o en condiciones inadecuadas, enfermos mentales, familias sin recursos para prevenir enfermedades, un acompañamiento integral al final de la vida,…

Y frente a un cierto pesimismo social reinante, también en el mundo sanitario, es urgente plasmar en acciones concretas el mensaje de Jesús, acciones que llenen de esperanza. Escuchemos sus palabras alentadoras: “Si tuvieseis fe, diríais a esa montaña, plántate en el mar, y os obedecería” (Lc.17,6). Desde la fe, lo que hoy parece un obstáculo infranqueable, se allanará. Tenemos que creer en su Palabra y actuar impulsados por el Espíritu.

Como Pedro y Pablo: “te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, levántate y anda” (Hch.3,6), sigamos llevando la salud en su nombre. Él es el que cura y salva plenamente.

No podemos terminar sin valorar y agradecer el inmenso esfuerzo y generosidad que tantos profesionales y familias están poniendo, en una situación con menos recursos, para que nuestra sanidad y atención a los enfermos mantenga la calidad que necesita.

Finalmente, nos unimos en la oración a quienes se encuentran en el duro trance de la enfermedad o de cualquier forma de sufrimiento, y a sus familias. Miramos a María, Salud de los enfermos y consuelo de los afligidos y, viéndola junto a la cruz, hacemos una llamada a la fe para que, contemplando al Crucificado y a los crucificados, descubramos en esta Pascua al Resucitado.

Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral

Sebastià Taltavull Anglada, Obispo Auxiliar de Barcelona

José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva

Francesc Pardo Artigas, Obispo de Girona

Juan Antonio Menéndez Fernández, Obispo Auxiliar de Oviedo

Jesús Fernández González, Obispo Auxiliar de Santiago de Compostela

domingo, 11 de mayo de 2014

Orando con 'la samaritana'

He estado algunos días sin internet por lo que llevo algún tiempo sin compartir, pero intentaré volver a ponerme las pilas... Aquí os dejo una reflexión/oración con el personaje de la samaritana, por si os ayuda para un momento de oración:

Señor, aún recuerdo con dicha nuestro primer encuentro en el pozo de Jacob, en Sicar, tú parecías cansado, yo desde luego lo estaba; estaba agotada del camino, agotada de la vida, pero no era consciente de ello.

Fue un caluroso medio día y llegué al pozo cargada con mis bártulos, no sólo con mi cántaro para sacar agua, sino con todo aquello que me pesaba, que me impedía ser feliz.

Aún siento tu mirada y aquellas primeras palabras “dame de beber”; cuando te miré sorprendida, por haberte dirigido a mí. Me quedé anonadada, cuando mi mirada se cruzó con la tuya, me sentí tan diferente, sentí escalofrío, iba desaliñada e intenté hasta cubrirme mejor, era la primera vez que un hombre me miraba desde la pureza y me hacía sentirme persona, y no una cualquiera.

Desde luego, una mirada transformadora; disimulé, procuré hacerme la desentendida, incluso me burlé de ti, no me atrevía a volver a mirarte, tal vez por la vergüenza de mi vida, no lo sé, pero a la vez quise continuar el dialogo.

¿Te acuerdas Jesús? Me hablaste del agua viva, ilusa de mí, malinterpreté el sentido del agua, hasta que me di cuenta de lo que me querías decir, y de mis labios brotaron el llamarte ¡Señor! Pero, no te quedaste sólo en eso, sino que además, con delicadeza, entraste en mi vida personal, en mi intimidad, me hablaste de mis maridos, y lo curioso es que no me sentí juzgada, me ayudaste a ir haciéndome consciente de lo que anidaba dentro de mí, me ayudaste a releer mi vida, para llenar de VIDA mi existencia. Era necesario hacer hueco en el corazón, vaciarlo del pecado que me atormentaba, para darte espacio a ti, el Mesías.

Y ahora que me hablas del mandamiento del amor, soy capaz de reconocer que me devolviste a la vida, que iluminaste mi ser y mi corazón. Tu mirada, tu ternura, tu AMOR, tus palabras,… me transformaron.

Mi corazón no había sido saciado ni con cinco maridos, pero, sin embargo, encontrarme contigo fue el mejor regalo que pude recibir, “si conocieras el don de Dios…” me dijiste. Pues sí, ese es el regalo que me transformó de arriba abajo, capaz de satisfacer los deseos más hondos de mi corazón, que incluso yo desconocía.


Sigo necesitando sentirme amada por ti, sigo necesitando que transformes mi vida, día a día se va haciendo nueva, y tu amor me motiva a salir corriendo a anunciar que tú eres el agua de la vida que libera, ¡me gustaría tanto que mis hermanos vivieran esta experiencia!… siempre que puedo lo sigo contando y les invito a que te escuchen, Tú eres el único que les puedes revelar su misterio personal, y transformar sus vidas en amor.

Norka C. Risso Espinoza

Cómo vivir la enfermedad


Estas son algunas de las ideas que expresó Mari Patxi Ayerra en una charla:

Voy a hablar de mis adentros, de cómo vivir la enfermedad.

Todos estamos tocados de enfermedad, sobre todo pasando de la juventud. Está mi enfermedad y la de los otros, la de los otros es la que nos hace sufrir más, porque mi enfermedad me la manejo yo mejor.

Cuando llega la enfermedad a la vida de uno, te descoloca, te rompe todos los planes, pone enfermos a los de alrededor, toda la familia está enferma de desasosiego, de preocupación. Notas que eres aguafiestas, que no das la talla, no puedes llevar una agenda, necesitas armarte de paciencia.

Notas que no es lo mismo cuando se vive solo que cuando se vive con Dios. Con Él es mucho más fácil. Con Dios la vida es diferente.

Para tener una comunicación íntima con El, que sanee, hacen falta tiempos de silencio total. La enfermedad te echa el freno a las carreras de la vida y te obliga a tener más tiempo para uno, y eso supone más tiempos para el encuentro con Dios.

Vivir la enfermedad, el deterioro, acompañado por El, es todo más fácil. Dinamiza mis recursos personales, no me pone en contacto con el problema, sino que me pone en contacto con la solución.

Puedo estar dándome pena, pero la autocompasión no genera salud. Tener nostalgia de cómo estábamos antes, no es sano, porque siempre estaremos peor, envejecer es obligatorio.

A mí la enfermedad me ha hecho crecer, porque vivida la enfermedad con Dios, lo pequeño se hace grande y lo grande pequeño. Soy importante no por lo que hago sino por lo que soy.

La calidad de mi vida es según la calidad de mis encuentros con las personas con las que voy viviendo la vida. Me hago más sensible a su ternura. Es impresionante ver la ternura de la gente en una situación trágica: luego decimos que somos malos, pero ¡como es la gente de buena!

La actitud de no comunicar una enfermedad para no dar dolor a los otros, les priva a los otros de la capacidad de cuidarte, y sufrir contigo. Con mi enfermedad mi familia y amigos han aprendido a desarrollar más la ternura.

No hay que guardarse las cosas, el cariño que no digas hoy, caduca. La enfermedad te hace perder el sentido del ridículo y tengo que saborear el cariño de los otros.

Vivir la vida en plural es el secreto de la felicidad. Somos personas habitadas, no estamos solos. Dios es el que queda cuando todos se van, por eso hay que saber disfrutar de su compañía.

Y hay que tener también sentido del humor, es una cualidad del amor. En vez de enrollarme en mi mismo como un yo-yo, me voy a lanzar a la vida, a querer, y así mi vida tiene sentido.

Si le dejo a la enfermedad que me gane la partida hago una historia de egocentrismo, si intento estar contenta, tengo dolor pero no sufrimiento. El sufrimiento es la resistencia a lo que ocurre. Cuando lo aceptas dejas de sufrir.

Cuando me despierta el dolor, me gusta hacer un recorrido mental por las cárceles, las prostitutas, y noto como que Dios me vuelve el corazón universal y se me vuelve lo mío pequeño. Le digo: Señor, cámbiame mi corazón de piedra por uno de carne que palpite por los otros.

También en el dolor del otro, estar contento ayuda más. Lo importante es ocuparse, hacer lo mejor para la otra persona, captar lo que necesita, pero luego no llevártelo puesto.

Me siento valiosa cuando invito a mi casa, pero dejarme invitar, me cuesta, pero tengo que dejar de hacer cosas. Son momentos de recibir. Aceptar la debilidad. Cuanto más débil yo, Dios se hace más fuerte en mí.

Dios hace brotar con la enfermedad lo mejor de mí, tengo una capacidad secreta de sentido del humor, madura la ternura. Esta vulnerabilidad me hace misericordiosa.

He tenido que estar enferma para encontrar los tesoros que tengo en mi interior. Vamos tan corriendo que no los encontramos. La enfermedad es una llamada también a la interioridad. Deja el mundo de fuera, deja ya de correr. Es una llamada a vivir para dentro.

Podemos vivirlo como un fracaso porque no somos productivos, estamos en un mundo en que sólo se valora lo productivo, pero estando en casa estás generando, como genera un bebé, risas y ternuras alrededor.

El tiempo de enfermedad es un tiempo para abandonarte en Dios, es como si te llevaran en una moto, te agarras y te tienes que inclinar con las curvas porque si no te llevas un morrón, pues igual te tienes que inclinar por la vida, dejar que lo que pasa, pase, no resistirse.

La pena es malísima, y el miedo también. ¿Miedo a qué? A que te mueras, a que te lleven a un psiquiátrico... bueno, pues tendremos que tener la humildad suficiente para dejarnos cuidar con sencillez. Irá llegando el deterioro y cuanto más triunfadores somos, más nos cuesta aceptar el deterioro.

La enfermedad me hace vivir en zigzag, un día vivo bien y otro mal. Es bueno que salgamos de casa por la mañana bien amados, habiendo tenido mi ratito con Dios. Y si estamos enfermos, dejemos a los otros salir de casa, que noten que les necesitamos y que son importantes para nosotros.

Pero hay gente que niega la enfermedad, que te pregunta cómo estás pero se responden ellos mismos sin dejar que tú te expreses. El enfermo también necesita que se le escuche. El enfermo está asustado y necesita contarlo. Lo mejor que podemos hacer en la vida es acompañarnos unos a otros, y facilitarnos el camino.

Da más gusto decir que se está sano, que cuando estás mal. Qué pena das a los que les asusta la enfermedad y se esconden. En la escuela deberíamos aprender inteligencia emocional para manejar los enfados, la enfermedad y la muerte.

Esta temporada pasada he tenido momentos de pérdida de memoria, amnesia reciente. Y esto me asustaba mucho, si se me estropea el cuerpo, tengo la mente, pero si se me estropea la mente..., yo tengo a Dios en la mente. Pero cuando no sepa yo quién es El, ya se acordará Él de mí, y lo que pase estará en sus manos.

Si vivo de verdad desde dentro, sabiendo que soy una mujer habitada, Él me invita a vivir en armonía con la vida, aunque mi vida se deteriore. Mi misión es querer, y he nacido para querer, y puedo querer todos los días de mi vida, despierta y dormida.

Siento que Dios me libera de mis autocompasiones, me invita a sentirme más plena, a sentirme plenamente feliz, que tenga vida en abundancia, en la enfermedad también. Que sepa dar como un adulto y recibir como una niña, saborear más el presente. Tengo que habituar mi cuerpo dolorido a la armonía interior.

A mis hijos les decía que si pierdo la cabeza no se desesperen que me lleven donde sea, que sepan que vivo más en conexión con Dios. Quiero que mis hijos vivan así, siendo compasivos y agradecidos. El dejarme cuidar me ayuda más a vivir el estilo de Jesús. Vivir más la vida y la muerte, hasta que me encuentre en la camilla al lado de Él.

Las personas somos presente y memoria (de ayer y mañana). Si vivo en el presente vivo bien, pero la memoria me da nostalgia y me quita energía. Tengo que frenar la memoria del ayer y del mañana y vivir el presente. Aprender a vivir así con inteligencia emocional y sentido del humor.

Ya teníamos amores de antes, pero noto que con los años mi historia de amor con Dios va siendo cada vez más fuerte y dinamizadora, me apasiona para querer y gozar. Antes era más pequeña y la enfermedad ha sido como una jugada maestra de Él para hacerse más hueco.

A veces me enfado con Él, pero poco, me enfado más por cosas como el Tsunami o por cosas que leo en el periódico, por cómo les duele la vida a los otros, no por mí. Yo tengo una vida preciosa porque vivo mi enfermedad con Dios, ¡qué pena los que no viven la vida con el Dios de la vida!

domingo, 20 de abril de 2014

Feliz Pascua de Resurrección 2014

Quiero aprovechar la imagen del Cristo Resucitado de mi Parroquia Santísima Trinidad para desearos una ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!. Cristo ha vencido a la muerte dando un nuevo sentido a nuestras vidas. Que la luz que hemos recibido alumbre nuestros corazones para poder ser instrumentos del Señor y alumbrar aquellas vidas que aún no conocen la luz de Cristo que les lleve a la felicidad.


Cristo está vivo, ha resucitado!!!!

Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto, ya no es su sitio el desierto, ni en la montaña se esconde, decid si preguntan dónde, que Dios está sin mortaja en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.


lunes, 7 de abril de 2014

Orar la semana santa con el arte de Sieger Köder

Si en entradas anteriores compartía un vía crucis con imágenes de Sieger Kóder, aquí podéis disfrutar de un momento de oración para la semana santa. Sin duda estas imágenes son evangelizadoras e invitan a la oración.


Cuerdas


¡"Cuerdas" ha recibido el Goya al Mejor Cortometraje de Animación Español! Es una historia basada en la vida real,  entristece, emociona, se llora y al mismo tiempo, da fuerzas para seguir luchando por la vida y dar lo mejor de uno mismo a las personas que nos rodean. La inspiración real de Solis se basa en sus hijos... contada como una Historia de Amistad




Via Crucis en la enfermedad



En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

MONICIÓN

Todos tenemos nuestro propio Vía Crucis que andar. Todos tenemos nuestro camino personal de seguir a Jesús. Es un mismo camino y es también un camino diferente para todos, porque cada uno estamos llamados a seguirle desde nuestra propia realidad.
Nos da miedo el Vía Crucis, porque todos tenemos miedo al dolor. Todos sentimos nuestros rechazos a la Cruz. Sin embargo, el camino de la Cruz, más que un camino de dolor y sufrimiento debiera ser un camino de esperanza. La Cruz de Jesús no es la Cruz que invita a la muerte sino la Cruz que invita a la vida.  Es el camino de lo nuevo. Juan Pablo II llamaba a la Cruz “la cuna del cristiano”. Y las cunas, más que de muerte hablan de vida, de futuro, de esperanzas.

Pausa de silencio

Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


PRIMERA ESTACIÓN


Jesús es condenado a muerte

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Pilato le dijo: « ¿Entonces, tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pilato le dijo: «Y ¿qué es la verdad?».
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A ese no, a Barrabás». El tal Barrabás era un bandido. (Jn 18, 37-40)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor: Nos parecemos; ahora me doy cuenta de que en algo somos iguales tú y yo. Tú condenado a muerte. Yo condenado a vivir con esta enfermedad en mi cuerpo, que también me duele en el alma. Los dos corremos la misma suerte y andamos el mismo camino.
Desde que te veo a ti condenado a muerte, ya no me atrevo a preguntarle más a Dios sobre el porqué de mi enfermedad.
Yo me creía bueno, y por tanto con derecho a una buena salud.  Pero al verte a ti, inocente, condenado a la muerte, ¿qué derechos me asisten a mí para quejarme de mi dolor?
Quiero compartir junto contigo la misma suerte y también la misma misión.
Señor, te pido que me des la capacidad de decir sí a mis sufrimientos, como tú dijiste sí a tu condena a muerte.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


SEGUNDA ESTACIÓN


Jesús carga con la cruz

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios»… Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota) (Jn 19, 6-7.16-17)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

También aquí nos parecemos tú y yo, Señor.  Tú llevas la Cruz sobre tus espaldas.  Yo pongo mis espaldas sobre esta mi cruz.  Tú llevas la Cruz.  A mí me lleva mi cruz.  Y los dos caminantes por la vida pegados a la cruz.
A veces quisiera desapegarme de ella, tirarla lejos, no volver a verla más.  Pero cuanto más la rechazo más me duele.  Pienso que la única manera de hacerla menos pesada es quererla, abrazarla, convertirla en mi propio camino.
Estoy convencido que el dolor no se vence dándole de patadas, sino luchando por superarlo, y si no se puede, aceptarlo como tú lo aceptaste.
Señor, te pido que me des la gracia de ser más fuerte que la cruz que llevo en mi cuerpo de enfermo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


TERCERA ESTACIÓN


Jesús cae por primera vez

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, pensaba que solamente yo era débil. No siento alegría por tu debilidad.  Pero sí siento la alegría espiritual de verte a ti tan parecido a mí.
Tampoco tú quisiste aparentar ser un forzudo a quien la Cruz no le duele.  Veo que también tú eres tan humano como nosotros.  La verdadera fortaleza ante el dolor es no dejarse aplastar por él sino ser capaz de cargar con él.
Cuando sienta que el desaliento, el cansancio y el aburrimiento o la impotencia quieran adueñarse de mí, tu caída bajo la Cruz será para mí un aliento para luchar y salir de mi depresión.
Señor, quiero pedirte por todos mis hermanos enfermos, por todos aquellos que como yo se cansan de su enfermedad, para que encuentren en ti una palabra de aliento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


CUARTA ESTACIÓN


Jesús encuentra a su Santísima Madre

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19, 25-27)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, a veces uno no sufre tanto por el hecho mismo de sufrir, sino porque se siente estorbo y fastidio que hace sufrir a los demás.  Yo creía que eso sólo me pasaba a mí.  Ahora veo que esa fue también tu historia.
No sólo sufrías tú, cargado con tu Cruz, sino que eras ocasión de dolor para el corazón de tu Madre.  Tu dolor, de alguna manera también hería y santificaba el corazón de la Madre.
Pareciera que esto me alivia un poco.  Yo no quiero sentirme un estorbo.  Prefiero pensar que en mis sufrimientos, también los demás encuentran su propio camino de gracia.  Si yo me parezco a ti en mi dolor, quiero que los demás se vean a sí mismos como los representantes de tu Madre.
Señor, te pido por aquellos que me cuidan y atienden.  Que en mis sufrimientos encuentren ellos el camino que los lleva a ti.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


QUINTA ESTACIÓN


El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. (Lc 23, 26)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Un hombre cansado, ayudando a llevar la Cruz a otro más débil aún.  El camino de la vida no es competencia de fuertes, sino solidaridad de los débiles.  Ahora veo claro que el camino de la vida no es competencia de poderes, sin comunión en las debilidades.
Es maravilloso descubrir que los débiles, los que nos consideramos ya inútiles, también servimos para algo.
También los enfermos podemos ser una ayuda para otros que como nosotros llevan una vida de sufrimiento y nos necesitan.  También los enfermos podemos ser apoyo para los sanos.
Señor, ¿cómo podría yo hoy prestar mi ayuda a otros tan débiles como yo?  Que hoy pueda sonreír a los demás, para hacerles más llevadera su carga.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


SEXTA ESTACIÓN


La Verónica enjuga el rostro de Jesús

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo. (II Cor 4, 6)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

A veces, las cosas sencillas tienen un gran valor.  La Verónica limpió tu rostro sucio por la sangre y el polvo.  Cuántas veces la gente que me atiende viene y lava mi rostro, me quita el sudor.  Casi nada. Y sin embargo siento que mi cara queda más fresca, y como que la fiebre se aligera.
Tú dejaste estampado tu rostro en aquella tela con que la caridad de una mujer limpiaba tu cara.  Yo quisiera que cuantos vengan a hacerme algún servicio regresen con más paz en su corazón y con más alegría en el alma.
Que cuantos me visitan, al irse, lleven en su corazón el don de mi sonrisa agradecida y un poco más de paz en su espíritu.
Señor: que cuantos sirven a los enfermos te reconozcan a ti en nuestros sufrimientos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


SÉPTIMA ESTACIÓN


Jesús cae por segunda vez

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo, no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados. (I Pe 2, 21b-24)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor el camino se hace largo y las fuerzas son cada vez más débiles.  El tiempo para el que sufre es un sufrimiento más.  Uno se va cansando de todo.  El cuerpo ya no da para más.  Todas las posturas son incómodas.  La Cruz nos parece cada vez más dura.
Tú besas por segunda vez el polvo del camino.  Y yo una vez más siento que algo me grita dentro: ¡hasta cuándo voy a estar así!  Comienzo a perder la fe en las medicinas y en los médicos y hasta siento una rebeldía contra Dios.
Señor, te admiro porque tú no protestas contra  los que te cargan la Cruz ni tampoco contra tu debilidad.  Que yo no proteste contra mis sufrimientos, ni contra los que me atienden.  Y sobre todo, que no proteste contra ti.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


OCTAVA ESTACIÓN


Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?». (Lc 23, 27-31)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, eres maravilloso, incluso cargando con la Cruz. Eres capaz de olvidarte de ti, olvidarte del peso de la Cruz, olvidarte de tus flaquezas y debilidades, para preocuparte de los demás.
¿Crees que es el momento de pensar en esas mujeres que se quedan a la vera del camino?  ¿Crees que es el momento de consolar a los que sufren a tu lado?
Una de mis grandes tentaciones, es utilizar mi dolor para que todo el mundo se preocupe de mí, piense en mí, esté a mi servicio.  Es la tentación del egoísmo.  Es la tentación de convertir mi dolor en mi carta de derechos frente a los demás.  Yo sé que mi único derecho es ayudar y servir a los demás.
Señor, dame la gracia de no caer en la tentación del egoísmo de utilizar a los demás a mi servicio.  Dame la gracia de olvidarme de mí y preocuparme de los demás.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


NOVENA ESTACIÓN


Jesús cae por tercera vez

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino… Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos». (Lc 22, 28-30a.31-32)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, muchas veces siento rabia conmigo mismo, porque me siento dependiente de todos.  Los necesito para todo.  Y eso me hace sentir muy mal.  Sé que en el fondo es mi orgullo que me grita dentro porque no quiero aceptar mis limitaciones de enfermo.
Y ahora te veo a ti, caído en tierra, una vez más. Una vez más tienen que ayudarte a levantarte, a ponerte en pie. Una vez más, necesitas de los otros para poder andar tu camino. Una vez más necesitas de la mano y la fuerza de los otros para no quedarte en el camino. Y no protestas ni gritas contra tu impotencia y flaqueza.  Al contrario, agradeces la mano que se tiende.
Señor, que sepa aceptar con cariño, con amor los servicios que con tanta generosidad me brindan los míos. Que sienta más su amor que mi propia necesidad.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


DÉCIMA ESTACIÓN


Jesús es despojado de sus vestiduras

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Los soldados... cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados (Jn 19, 23-24)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

¡Despojado de todo! Despojado de tus derechos. Despojado de tu inocencia.  Despojado de tu vida. Y ahora, despojado hasta de los trapos polvorientos que cubren tu cuerpo. A la muerte no se lleva nada. Para morir todo estorba. Estorban las fuerzas. Estorba el poder. Estorba la riqueza. Hasta los trapos estorban.
Cada día que se prolonga esta mi enfermedad tú, Señor, me vas despojando de todo. Ya no mando en mi casa. Otros administran lo mío por mí. Ya no tomo las decisiones, otros las toman por mí. Cada día me van sobrando más las cosas de que disponía.
Señor, que mis sufrimientos que no me dejan, me vayan despojando de mí mismo, de mis orgullos, de mis pecados, de mis rebeldías, para que cada día esté más dispuesto a lo que tú quieras de mí.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


UNDÉCIMA ESTACIÓN


Jesús es clavado en la cruz

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está». (Jn 19, 18-22)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, ya no eres tú quien lleva la Cruz.  Ahora te han clavado a ella.  Irás a donde te lleve tu Cruz.  Clavadas las manos, que ya no pueden extenderse a otras manos para estrecharlas.  Clavados los pies, que ya no pueden caminar a ninguna parte.  Unos clavos y unos maderos son los únicos dueños de tu cuerpo y de tu vida.  ¡Qué poca cosa basta para crucificarnos!
Ya no sé cuánto tiempo llevo clavado en esta cama.  Ya he olvidado el tiempo que llevo clavado a esta silla de ruedas.  Mis manos ya no tienen fuerza para nada.  Y mis pies casi ya no me sirven de nada.  Ya no voy a ninguna parte por mí mismo sino que me llevan.  Todo me lo tienen que hacer los demás.  Total que estoy crucificado como tú.
Señor, gracias porque esta cama no se queja y me aguanta tanto tiempo.  Gracias por esta silla de ruedas que es la que camina por mí y no se queja.  Tú crucificado en mí y yo crucificado contigo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


DUODÉCIMA ESTACIÓN


Jesús muere en la cruz

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (Jn 19, 28-30)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, llegaste al final del camino.  Un final inesperado y que no te corresponde.  Tú te merecías otra muerte.  No la de un crucificado.  Y sin embargo, es tu única muerte.  La muerte por fidelidad al Padre.  La muerte por fidelidad al Reino.  La muerte por fidelidad a la causa del hombre.
Yo no sé si esta mi enfermedad será de muerte.  A uno nunca le dicen la verdad.  Prefieren tenerle a uno engañado.  ¿Engañado de qué?  ¿Engañarle a uno para que muera sin enterarse?  Quiero parecerme a ti también en el morir.  Si ha llegado mi hora, que se haga la voluntad del Padre.  ¿Qué más da morir de esta o aquella enfermedad?
Lo único que te pido, Señor, es que también mi muerte sea signo de fidelidad a mi fe bautismal, signo de mi fidelidad a la Iglesia.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


DECIMOTERCERA ESTACIÓN


Jesús en brazos de su Madre

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. (Jn 19, 32-35.38)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Señor, a la hora de tu muerte no estabas solo.  Allí estuvo ella.  Tu Madre.  Ella te recibió en sus entrañas de virgen por obra del Espíritu Santo, en la encarnación.  Y ella te recibe ahora en sus brazos, bajado muerto de la Cruz.  Es tan bello que alguien nos ame hasta darnos la vida…  Y es tan bello que alguien nos ame hasta recibir nuestros despojos de muertos en sus brazos calientes de Madre…
Que cuando yo muera, Señor, tenga la dicha de morir en brazos de mi Madre María y de esta otra mi Madre que es la Iglesia.  Quiero que también entonces mi Madre la Iglesia que me concibió en su seno por el Bautismo, ahora me arrope con su fe, su amor y su esperanza.
Señor, a la hora de mi muerte que mi último suspiro sea un acto de fe en ti, un acto de fe en mi Madre la Iglesia.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


DECIMOCUARTA ESTACIÓN


Jesús es sepultado

V/ Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R/ Que con tu santa cruz has redimido al mundo.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. (Jn 19, 10-42)

ORACIÓN Y SÚPLICA      

Ahora recuerdo lo que tú mismo dijiste un día: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda solo y no da fruto, pero si muere dará mucho fruto”.  Tú eres ese grano sepultado en la tierra.  Un grano que ya está brotando en nueva vida.  El domingo por la mañana, cuando las piadosas mujeres vayan a tu sepulcro, ya habrás brotado.  La muerte se habrá hecho vida y el crucificado habrá resucitado.
Me cuesta morir.  Me cuesta ser grano, porque aún estoy creyendo que esta vida que vivo es la única y verdadera vida.  Pero quiero pedirte que me hagas tú mismo, grano que muere, para que sea grano que brota y vive la nueva vida de resucitado contigo.
Señor, que mi esperanza sea más fuerte que mis miedos.  Que mi deseo de resurrección sea más grande que mis miedos a morir.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.


ORACIÓN FINAL


Señor, Jesús, caminando contigo el mismo camino del sufrimiento, uno se siente más aliviado.  El dolor sigue siendo el mismo.  Pero tu presencia lo hace más llevadero.  Al terminar mi Via Crucis, yo sigo clavado en mi cruz de la enfermedad, pero siento que me duele menos.  Porque tu presencia y tu compañía ponen luz y esperanza en mi camino.  Sé que tú no me descolgarás de mi cruz, como tampoco tú quisiste bajar de la tuya.  Pero ya es bastante saber que mi dolor no te es ajeno sino que tú mismo has querido compartirlo.  Te pido, Señor, que así como tú compartes mi dolor me enseñes a compartir tu esperanza pascual.  Juntos los dos por el mismo camino de la Cruz, pero juntos también los dos camino de la pascua.  Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

*Las imágenes del Via Crucis son de Sieger Köder