1ª lectura: Deuteronomio
8,2-3.14b-16a
«Te alimentó con el maná,
que tú no conocías ni conocieron tus padres»
Salmo: «Glorifica al Señor Jerusalén»
2ª lectura: 1 Corintios 10,16-17
«El pan es uno, y así
nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo»
Evangelio: Juan 6,51-58
«Mi carne es verdadera
comida y mi sangre verdadera bebida»
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado
del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es
mi carne para la vida del mundo.» Disputaban entonces los judíos entre sí:
«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os
aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no
tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí
y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo
modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no
como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan
vivirá para siempre.»
Reflexión
#Hospitalidad es acogida, es querer compartir
juntos el pan. Jesús se ofrece como alimento para cada uno de nosotros, para regalarnos
con su fuerza salvadora, como el maná que se dio a los israelitas en el
desierto. Cuando celebramos juntos la Eucaristía, estamos actualizando lo que
Jesús hizo en su vida. Que en nuestro corazón se encienda un nuevo ardor junto
a la Eucaristía y a la Hospitalidad de nuestro Dios. Caigamos en la cuenta que la Eucaristía nos habla de presencia y de amor,
de acoger, de ser y estar.
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