Gracias Señor por el
Hno. Miguel,
por la suerte de
haberle conocido.
Él ha sido como una
vela,
que desde la
hospitalidad ha ido alumbrando muchas vidas,
siendo luz hasta que
la llama se ha ido haciendo pequeñita;
al igual que la vela
se ha ido quemando y gastando para dar luz,
el hermano Miguel ha
dado su vida siendo luz para muchos.
Hermano, la herencia
que nos dejas la hemos disfrutado contigo,
viviendo la
hospitalidad,
recibiendo de ti la
bondad,
la comprensión,
el sentido del deber
y de la entrega hasta el final
como hermano de San
Juan de Dios.
Hoy nos sentimos
tristes por tu partida hacia al Padre,
y nos costará
hacernos a la idea,
pero estamos seguros
que, donde estés,
estarás preparando
algo para ayudar a los demás.
¡Gracias Señor!
Porque te manifiestas a través de estas personas,
para hacernos más
cercana tu presencia.
Que nuestra Señora de
la Paz
nos acompañe mientras
vamos de camino.
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