Creo
que realmente la pregunta era complicada ¿por qué eres mi amigo/a? más que nada
porque había que pensar la respuesta, lo más rápido era decir porque eres
majo/a y me caes bien; pero, no servía ¿verdad? Demasiado teórico, ¿dónde están
los sentimientos, las emociones?
Pues,
porque tenemos cosas en común… ups, tampoco; realmente si lo pensamos tenemos
pocas cosas en común, tú tan divino y yo tan humana… sin embargo, lo poco que
compartimos es tan grande que nos une y nos invita a ir descubriéndonos más y
más, porque lo que nos une nos llama a ser únicos, a ser quienes somos, con
nuestras facultades y nuestras debilidades… podemos pasarnos tiempo sin hablar
y no pasa nada porque cuando tenemos oportunidad no paramos, nos vamos
conociendo y nos vamos respetando y madurando en nuestras diferencias; pero
necesitamos esos espacios para el dialogo, un dialogo que ni siquiera tiene que
ser verbal, aquí cuenta la importancia de las miradas, ‘saber que tú me miras y
yo te miro’.
Me
llamó la atención tu capacidad de entrega, tu
altruismo, pendiente de los demás, siempre servicial, no importaba el
día ni la hora, y a la vez, tu necesidad de apartarte para orar, para recargar
pilas, para expresar aquello que vivías y no decías porque probablemente no te
comprendían; me impacto tu autoridad, tu forma de ser, tu saber estar, desde el
cariño, desde el descentrarte. ¡Siempre una sonrisa!
Pero,…
lo que más caló en mí es que hiciste que me cuestionara, sí, en nuestros
diálogos, en nuestras discusiones, al final se daba cambio, creo que para
mejor. En las noches, en que la vida se hace relectura y oración, descubría que
las palabras, los gestos,… iban derribando murallas, iban penetrando en aquellos
lugares que quizá nadie había entrado y yo misma me iba descubriendo en esos
lugares. En la oscuridad, tú ibas dando luz.
No
necesito que antepongas mis cosas a las tuyas, sé que eres capaz de todo por
mí, hasta dar la vida, y he descubierto que entrar en ese juego en el que quien
importa eres tú, encuentro la verdadera felicidad. No necesito tenerte porque
ya sé que estás. No necesito decirte si estoy feliz o triste porque me conoces,…
sobran las palabras…
Lo
que más me sorprende son las diferencias, bueno, lo que yo creía que eran
diferencias: tú obediente, yo rebelde; tú extrovertido, yo introvertida; tú
grande, yo pequeña; tú práctico, yo teórica; y con estas diferencias empezamos
a comunicarnos sin ofendernos, desde la sensibilidad y el respeto, …y todo se
volvió magia… la sinapsis entre los dos puntos de ver la cosas, de ser, de
estar, de hacer, tomaron la misma trayectoria, el impulso empezó a fluir en la
misma dirección desde la libertad.
Pues
sí, supongo que es por esto que somos amigos, porque cada uno somos quien
somos, y nos apreciamos en esa mismidad, en la que vamos madurando, incluso con
el paso de los años. El conocernos nos facilita comunicarnos con la mirada, con
la sonrisa… hemos aprendido a escucharnos en los detalles.
Doy
gracias al Padre porque un día nos cruzamos en el camino, porque desde entonces
todo es diferente, porque en mis decisiones lo importante es lo que gano al
ponerte por delante. Gracias amigo, gracias por ser mi ángel, por ser luz, aliento,
ánimo,… por ser parte de mi camino, por formar parte de mi vida…
Norka C. Risso Espinoza
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