Padre misericordioso que estás en todos los pequeños:
los niños, los ancianos, los enfermos, las víctimas de las
guerras y los refugiados.
Santificado seas porque Tú acoges a todos.
Tus padres, María y José, también fueron rechazados.
Venga a cada uno de nosotros,
a toda la familia hospitalaria,
tu Reino de amor, de misericordia y de compasión.
Que se haga tu voluntad en la tierra de cada uno de nuestros corazones:
los enfermos y quienes les atendemos.
Y perdona todas las veces que no hemos sido pacientes y
hospitalarios.
Y no nos dejes caer en la tentación del cansancio,
del desaliento y de la rutina.
Líbranos, Señor, de todo este mal.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario