Gracias por los que
soñaron en mí antes de ser,
por mis padres,
hermanos y maestros.
Gracias por tantos
que trabajaron para que yo
fuera cubriendo
mis necesidades vitales.
Gracias por quien
jugó, rió, cantó y rezó a mi lado,
acompañando mi ser
y mi vivir.
Gracias por las
personas que me amaron,
y además me lo
supieron decir y demostrar,
con abrazos,
besos y ternuras
que alimentaron
mi corazón y mi saber amar.
Gracias por los que supieron corregirme,
enseñándome el proceso de cumplirme.
Gracias por quien
me eligió como amigo,
porque influyó en
mi seguridad y me ilusionó.
Gracias por el
que se atreve a recordarme un error,
porque me da la
posibilidad de mejorarme.
Gracias por los
que viven y trabajan a mi lado,
pues su compañía
cotidiana me hace ser yo.
Gracias por los
familiares y cercanos
que se interesan
por mi salud y mis dificultades.
Gracias por los
que se dejan cuidar por mí,
pues hacen brotar
mi mejor yo.
Gracias por los
que perdonan mis errores,
pues me enseñan a
ser humano y disculpar.
Gracias por los
que se dejan ayudar por mí,
pues me hacen
sentir válido e importante.
Gracias por todos
los seres humanos
pues me hacen
sentirme fraterno.
Gracias por cada
aprendizaje y descubrimiento
porque me vuelven
sencillo y sabio a la vez.
Gracias por cada
vida entretejida con la mía,
pues hacen que mi
historia sea un cántico agradecido.
Mari Patxi Ayerra, La Palabra del Domingo y
fiestas. Ciclo B