miércoles, 8 de noviembre de 2017

Jornada Mundial de los Pobres 2017


Bajo el lema ‘No amemos con palabras, sino con obras’, el domingo 19 de noviembre la Iglesia celebra la I Jornada Mundial de los Pobres. Esta será una jornada en la que toda la comunidad cristiana deberá ser capaz de tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y a las mujeres a quienes con mucha frecuencia se les atropella la dignidad. El Mensaje evoca la expresión bíblica de la Primera Carta de Juan: No amemos de palabra sino con obras.  Con este lema se quiere configurar el sentido de la celebración mundial.  “Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.” (1Jn 3,18). Son las palabras del evangelista con las que el Papa Francisco introduce su Mensaje. Esta exhortación expresa un imperativo que ningún cristiano puede ignorar. Se vuelve central el señalamiento de una oposición entre la acción, el servicio concreto hecho a los últimos, y el vacío que a menudo esconden las meras palabras.  El Papa insiste en este punto:  “No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida”.
La dimensión de la reciprocidad se ve reflejada en el logo de la Jornada Mundial de los Pobres. Se nota una puerta abierta y sobre el umbral dos personas que se encuentran. Ambas extienden la mano; una para pedir ayuda, la otra porque quiere ofrecerla. En efecto, es difícil comprender quién de los dos sea el verdadero pobre. O mejor, ambos son pobres. Quien tiende la mano para ayudar está invitado a salir para compartir. Son dos manos tendidas que se encuentran donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan solidaridad y que incitan a no permanecer en el umbral, sino a ir a encontrar el otro. El pobre puede entrar en la casa, una vez que en ella se ha comprendido que la ayuda es el compartir. En este contexto, las palabras que el Papa Francisco escribe en el Mensaje se cargan de un profundo significado: “Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.”


Materiales para la celebración de la I Jornada Mundial de los Pobres:



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