Y puesto que pegar no es educar, aquí están algunos de los efectos que se produce en los niños:
- Daña su autoestima, genera sensación de minusvalía y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo.
- Les enseña a ser víctimas. Existe la creencia extendida de que la agresión hace más fuertes a las personas que la sufren, les “prepara para la vida”.
- Hoy sabemos que no sólo no les hace más fuertes, sino más proclives a convertirse repetidamente en víctimas.
- Interfiere sus procesos de aprendizaje y el desarrollo de su inteligencia, sus sentidos y su emotividad.
- Se aprende a no razonar. Al excluir el diálogo y la reflexión, dificulta la capacidad para establecer relaciones causales entre su comportamiento y las consecuencias que de él se derivan.
- Les hace sentir soledad, tristeza y abandono.
- Incorporan a su forma de ver la vida una visión negativa de los demás y de la sociedad, como un lugar amenazante.
- Crea un muro que impide la comunicación padres - hijos y daña los vínculos emocionales creados entre ambos.
- Les hace sentir rabia y ganas de alejarse de casa.
- Engendra más violencia. Enseña que la violencia es un modo adecuado para resolver los problemas.
- Los niños y niñas que han sufrido castigo físico pueden presentar dificultades de integración social.
- No se aprende a cooperar con las figuras de autoridad, se aprende a someterse a las normas o a transgredirlas.
- Pueden sufrir daños físicos accidentales. Cuando alguien pega se le puede “ir la mano” y provocar más daño del que esperaba.
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