domingo, 30 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: San Ricardo Pampuri

1ª lectura:      Hechos 3,1-10
«No tengo ni oro ni plata, pero te doy lo que tengo»
Salmo:            «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad»
Evangelio:     Marcos 1,29-39
«Curó a muchos enfermos de diversos males»
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.


*      Reflexión

Fue Ricardo una persona de profunda fe y religiosidad: ejemplar durante sus estudios y como sanitario militar; buen samaritano, laico de exquisita caridad en su actividad profesional, como médico rural, viviendo en pobreza y prodigando visitas gratuitas, socorros y medicinas a enfermos y familiares, ayudas a gente pobre, a actividades parroquiales, a Institutos misioneros…; religioso #hospitalario, humilde en continua referencia a los valores cristianos, culminando su existencia terrena con una eminente disposición en la fase terminal de sufrimiento. Al ser beatificado, quedó fijada su fiesta litúrgica, señalada por el Papa, el 1 de mayo, correspondiente al día de su muerte. Las lecturas litúrgicas (Hch 3,1-10), en referencia a la curación de Pedro a un lisiado de nacimiento desde su fe y (Mc 1,29-39), curando Jesús a la suegra de Pedro y a otros enfermos (al tiempo que buscaba la soledad para su oracional Padre), en referencia a San Ricardo médico, que se retiraba también a orar, estimulando sus actitudes de fidelidad y vida teológica, y aprendía a «transformar el ejercicio de la medicina en misión de caridad», estimulemos nosotros, a su ejemplo, nuestro espíritu y actividades en favor de los enfermos y necesitados.

sábado, 29 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: Reflexión para el Domingo III Pascua

1ª lectura:      Hechos 2,14.22-33
«No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio»
Salmo:            «Señor, me enseñarás el sendero de la vida»
2ª lectura:     1 Pedro 1,17-21
«Habéis sido redimidos con la sangre de Cristo, el cordero sin defecto»
Evangelio:     Lucas 24,13-35
«Le reconocieron al partir el pan»

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?» Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: «¿Qué?» Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuese el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, y no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.» Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo: «Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


martes, 25 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: Ntra. Sra. del Buen Consejo

1ª lectura:      Hechos 1,12-14;2,1-4
«Perseveraban en la oración con María, la madre de Jesús»
Salmo:            «Dichosos el hombre que piensa en la sabiduría»
Evangelio:     Juan 2,1-11
«Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él diga”»
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y
sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.» Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.» Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.» Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: «Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.» Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

*      Reflexión

“Acogemos y cumplimos la voluntad de Dios, imitando la sencillez y disponibilidad, la entrega y la fidelidad de nuestra Señora la Virgen María ‘siempre entera’. En nuestro apostolado con quienes sufren, tratamos de reflejar su amor materno.” (Const 4c). La devoción a la Virgen María se ha tenido siempre como la herencia más preciosa de nuestro Fundador san Juan de Dios. El culto a la Señora como “Madre del buen Consejo” fue concedido por el Papa Pío VI el 9 de junio de 1787, con la facultad de celebrar la Misa y el Oficio de la Bienaventurada Virgen María, con el título del “Buen consejo”. La petición la presentó el Superior General de la Orden, Fr. Vicente María Salerno, a fin de “favorecer la piadosa devoción hacia la Bienaventurada Virgen María que anima a los Hermanos de la Orden de san Juan de Dios”. Fr. Juan Bautista Orsenigo, más conocido como “Fraile dentista” del Hospital san Juan Calibita, en la Isla Tiberina de Roma, fue un infatigable propagador de esta fiesta mariana y, en ocasión de la fundación del Hospital de Neptuno lo dedicó a “María Madre del Buen Consejo” (1889), y se esforzó para que el Papa León XIII introdujera este título en las Letanías de la Virgen María. Esta Memoria nos invita a pedir al Señor el don de consejo que nos ayude a conocer su voluntad y nos guíe en la práctica del apostolado #hospitalario.

domingo, 23 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: San Benito Menni

1ª lectura:      1 Juan 4,7-16
«Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros»
Salmo:            «El que ama al hermano vive en Dios»
Evangelio:     Mateo 25,31-40  
«Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.” Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.”»


*      Reflexión

San Benito Menni nació en Milán el 11 de marzo de 1841 y fue bautizado el mismo día en la iglesia de Santa María alla Fontana con los nombres de ángel Hércules. Conoció la Orden #Hospitalaria de san Juan de Dios durante el servicio voluntario a los heridos de guerra en la batalla de Magenta. Ingresó en la Orden de los Hermanos de san Juan de Dios a la edad de 19 años y recibió el nombre de Fr. Benito. Fue ordenado sacerdote el 14 de octubre de 1866. El Superior General de la Orden, Fr. Juan María Alfieri, lo destinó a España en 1867. Con la misión de restaurar la Orden en la nación que “fue su cuna”. Con la ayuda del Señor y apoyado en sus grandes dotes, abrió 22 centros asistenciales y fundó la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado corazón de Jesús, dedicadas a la asistencia de las enfermas mentales y de las niñas necesitadas. Como sucede con frecuencia a los elegidos de Dios, experimentó el sufrimiento, la incomprensión y la calumnia, no sólo por parte de organismos y particulares, sino de sus mismos Hermanos y Hermanas. Murió en Dinán (Francia) el 24 de abril de 1914. Juan Pablo II lo beatificó el 23 de junio de 1985 y lo canonizó el 21 de noviembre de 1999. Sus reliquias se veneran en la capilla de los Fundadores del Hospital Psiquiátrico de Ciempzuelos (España) de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

sábado, 22 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: Reflexión para el Domingo II Pascua

1ª lectura:      Hechos 2,42-47
«Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común»
Salmo:            «Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia»
2ª lectura:     1 Pedro 1,3-9
«Por la resurrección de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva»
Evangelio:     Juan 20,19-31
«A los ocho días, se les apareció Jesús»

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.» Tomás, unos de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.


miércoles, 19 de abril de 2017

Cansada...

Y empezabas tu oración pensando que estabas cansada,
y tras encontrarte con Él en el sagrario,
terminaste descubriendo que tu cansancio es una oportunidad:

Cansada de que no se valore tu trabajo,
cansada de que te utilicen,
cansada de hacer tú lo que otros deberían hacer,
cansada de no tener tiempo para ti,
cansada de robarle tiempo al ocio para dedicarlo a lo laboral,
cansada de ….

No, no te equivoques,
Cristo resucita para darte luz,
Imagen de internet
para abrirte los ojos del corazón y hacerte ver que:

Él si valora tu trabajo y por eso permite que lo hagas,
te quiere en esta misión.

Nadie te utiliza, tú puedes decir que no,
pero lo haces porque sabes que son semillas de amor,
sabes que es una forma de evangelizar,
sabes que es el medio para ir modelando corazones.

Si los otros no hacen lo que deberían, ellos se lo pierden,
para ti es la oportunidad de abonar, de sembrar.

Recuerda que tu tiempo es tiempo de Dios,
el tiempo “para ti” es tiempo para los demás,
porque si se trata de darse, el ciento por uno, es verdad.

No te engañes lo laboral es para ti el ocio de la vida
porque disfrutas con lo que haces,
porque, gozas, aprendes, descubres, compartes, sientes,…
porque descubres la belleza de lo que se hace por amor.

¿Cansada de qué? ¿de llevar la cruz?
Pues depende de ti el que sepas amar tu cruz,
que descubras que del madero surge la vida,
que sepas aprovechar el gozo de la entrega,
que nos lleva a la resurrección,
porque Él vive para caminar contigo en tu misión,
en lo que eres y en lo que haces.

Agradece tu cansancio,
no sólo es cuestión de actitud,
sobre todo es cuestión de confianza
¿no te das cuenta que al final del día,
cuando haces tu examen de conciencia
descubres que Él ha ido restaurando tu vida
y ha estado cargando contigo,
para que descansaras en Él?

Norka C. Risso Espinoza 



domingo, 16 de abril de 2017

Brotes de Hospitalidad



Si durante los cinco domingos de cuaresma hemos estado abonando la tierra (los distintos niveles de tierra), por fin en Pascua nuestro árbol seco ahora está lleno de vida.
Ya no hay muerte, ya no hay sequedad, Cristo ha venido al mundo para dar vida, por ello durante este tiempo de Pascua vamos a ver los frutos, los brotes que surgen de la hospitalidad.


¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!! 


sábado, 15 de abril de 2017

En clave de #Hospitalidad: Reflexión para el Domingo I Pascua

1ª lectura:      Hechos 10,34a.37-43
«Nosotros hemos comido y bebido con él después de su resurrección»
Salmo:            «Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo»
2ª lectura:     Colosenses 3,1-4
«Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo»
Evangelio:     Juan 20,1-9
«Él había de resucitar de entre los muertos»

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.


En clave de #Hospitalidad: Tiempo de Pascua


Pascua y Pentecostés son los extremos de una única realidad: la celebración de la Pascua del Señor.
En este caso dese el área de psicogeriatría vamos a intentar vivir este tiempo pascual, con la alegría de saber que Cristo ha resucitado, lo cual, a su vez implica una responsabilidad y un compromiso por nuestra parte
Los valores de la Orden son herramientas nos han ido ayudando como herramientas para nuestra vida, pero desde la hospitalidad surgen muchos más valores; durante este cincuentena pascual intentaremos trabajar algunos de ellos, que se nos presentan como brotes de vida.
También en esta ocasión tendremos unas oraciones y reflexiones que se repartirán como carteles y aquel que quiera unirse a esta dinámica, ofreciendo brotes de vida, podrá hacerlo a través de nuestro twitter y de los hashtag #vida, #paz, #alegría, #libertad, #caridad, #amor, #fe, #espiritualidad que se ha creado para cada semana, cada uno de ellos unido al de la #hospitalidad.

¡Feliz Pascua de Resurrección!



En clave de #Hospitalidad: Vigilia Pascual

Lectura 1:       Génesis 1,1—2,2 «Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno»
Salmo:            «Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra»
Lectura 2:      Génesis 22,1-18 «El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe»
Salmo:            «Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti»
Lectura 3:      Éxodo 14,15—51,1 (LECTURA OBLIGATORIA)
«Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto»
Salmo:            «Cantaré al Señor, sublime es su victoria»
Lectura 4:      Isaías 54,5-14 «Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor»
Salmo:            «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado»
Lectura 5:      Isaías 55,1-11 «Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua»
Salmo:            «Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación»
Lectura 6:      Baruc 3,9-15.32—4,4 «Camina a la claridad del resplandor del Señor»
Salmo:            «Señor, tienes palabras de vida eterna»
Lectura 7:      Ezequiel 36,16-28 «Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo»
Salmo:            «Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío»
Epístola:        Romanos 6,3-11 «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más»
Salmo:            «Aleluya, aleluya, aleluya»
Evangelio:     Mateo 28,1-10 «Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea»
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: HA RESUCITADO, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis.” Mirad, os lo he anunciado.» Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos.» Ellos se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán»



Queremos madrugar para encontrarte


Queremos madrugar cada día para encontrarte,
y vivir la vida contando con tu presencia.
Terminaron contigo, pero tú te quedaste entre nosotros.
Tu presencia nos invade, tu fuerza nos envuelve,
tu ejemplo nos entusiasma y tu luz nos ilumina.

Queremos madrugar cada día para encontrarte,
para no despistarnos y vivir sin ti.
Ellas, las más tempranas, descubrieron tu presencia entre nosotros.
Otros nos adormilamos y comenzamos el día sin contar contigo,
sin darnos cuenta de que caminas la vida a nuestro lado.

Queremos madrugar para salir al encuentro del hermano,
para que las prisas no nos hagan correr indiferentes,
sin importarnos su vida, sin compartir las dificultades cotidianas,
sin comunicarnos desde el hondón,
haciéndonos buenos amigos y compañeros del camino de la vida.

Queremos madrugar para disfrutar, para vivir resucitados,
fortalecidos por tu impulso,
entusiasmados por tu propuesta,
comprometidos en tu tarea.
Tu impulso, Señor, viene para despertar en nuestro interior
la luz y el deseo de liberar y alegrar a los hermanos.

Queremos madrugar porque nuestra alma estaba turbada,
nuestro ego nos tenía distraídos
y Tú, Señor, nos despiertas a la misericordia,
al vivir para los demás, a ser solidarios y liberadores.

Queremos madrugar porque, a pesar de las noches oscuras,
Tú nos invitas a seguir tu proyecto, a la entrega total,
Tú nos sacas de nuestras miserias y nos haces misericordia,
Tú conviertes nuestra pobreza en riqueza.



Mari Patxi Ayerra, La palabra del domingo y fiestas, CCS

viernes, 14 de abril de 2017

Queremos acompañar tu sufrimiento


Al escuchar tu dolor, al verte en la cruz, brota de nosotros la ternura.
Tú, Jesús, nos cambias el corazón de piedra por un corazón de carne.
Haznos también sensibles al dolor de tantos hermanos
que tienen una vida dura, que no pueden con su cruz,
y han de superar muchas dificultades cada día.

Queremos acompañar el sufrimiento de tantos hermanos en guerra,
recordar a todos aquellos que en este momento,
en algún lugar del mundo están sufriendo por la locura de unos pocos,
ya su alrededor hay dolor, muerte y destrucción.

Queremos acompañar el sufrimiento de tantos inmigrantes
que se sienten entre nosotros fuera de su país,
que les duele la soledad, la lejanía, la diferencia y la injusticia,
que sepamos ser una mano tendida en su camino,
un amigo, un compañero, un apoyo y una vida compartida.

Queremos acompañar el sufrimiento de tantos enfermos
que tienen que acostumbrarse a vivir con un cuerpo frágil,
que ya no les responde y todo les resulta mucho más complicado.

Queremos también pedir tu fuerza y compañía para sus cuidadores
y profesionales de la salud que facilitan su situación
y acompañan a algunos al encuentro definitivo contigo.

Queremos acompañar el sufrimiento de todos aquellos
que, como tú, Señor,
sufren en este momento soledad, desamor o incomprensión.

Queremos acompañar el sufrimiento de los parados,
los que sufren abusos laborales, los depresivos,
los olvidados, los que no encuentran su lugar en el mundo,
los que no pueden cubrir sus necesidades básicas,
los que pasan hambre
y los que teniéndolo todo viven una vida sin rumbo y sin sentido.

Acompáñanos tú a todos, Señor,
llénanos de tu presencia y de tu Amor,
enséñanos a tratarnos unos a otros a tu manera,
suavizándonos el peso de la vida.



Mari Patxi Ayerra, La palabra del domingo y fiestas, CCS