miércoles, 29 de abril de 2015

Duelo en niños


‘El duelo en el contexto educativo’, tema que podemos encontrarnos en estos tres enlaces, me parece de gran utilidad también en la #PASBIOPAL




Por otro lado, en ‘MALETA DE LA VIDA Y DE LA MUERTE’ (http://www.xtec.cat/se-vallesoccidental7/recursos/dol/dol.htm) podéis encontrar una serie de títulos que también son de gran utilidad para trabajar el duelo con niños.

martes, 21 de abril de 2015

Una presencia que acompaña

Este es el título que Mariola López Villanueva da al último apartado de la ponencia pronunciada el 21 de marzo de 2015 en las XIX Jornadas Nacionales de PROSAC celebradas en Málaga, y que tituló ‘La mirada de Jesús al enfermo’:

Hay unos relatos en el Evangelio que tendríamos que mirar más detenidamente y son aquellos en los que Jesús se muestra muy humano, más de lo que a veces nos atrevemos a mostrarnos nosotros. Nos cuenta Juan en el capítulo 11 que ante la enfermedad y la muerte de Lázaro "Jesús rompió a llorar" (Jn 11, 35). Nos hace bien ver a Jesús vulnerable, afectado, dejándose conmover y mostrándolo. Me viene el relato de un médico, Ángel García Forcada, él cuenta:

"Mi paciente sufría un cáncer de lengua y en sucesivas intervenciones quirúrgicas perdió lengua, mandíbulas y mejillas. Ya muy al final, cuando no podía hablar, nos comunicábamos por escrito. Recuerdo cuando lo visité tras haber contraído yo matrimonio. Él pidió un papel y escribió: 'doctor, veo un anillo en su mano, parece que se ha casado, le felicito'... Aquel hombre con una sonda en la nariz y un goteo continuo de morfina, fue capaz de salir de sí mismo e interesarse por mí, por mi reciente matrimonio. Salí de su cuarto, fui al despacho y rompí a llorar".

Cuando Jesús se emociona y llora junto a María por la pérdida de su hermano, él también aprende que compartir la vulnerabilidad nos hace bien, hay un vínculo que se teje ahí que no se anuda en ningún otro lado. Son como bendiciones disfrazadas que sólo se reconocen después que se viven.

Una mujer muy sencilla de Gran Canaria me contaba: "Conocí a una mujer africana inmigrante que venía a Cáritas a la parroquia. Por entonces yo había perdido a mi hermano con el que vivía, y ella lo estaba pasando muy mal, no nos entendíamos por la lengua, pero allí estábamos las dos... y un día lloramos juntas. Al tiempo ella me dijo, cuando pudo buscar a alguien que le tradujera: "me han dado mucho desde que llegué a Canarias, pero eres la primera persona que ha llorado conmigo". Realmente necesitamos y nos humaniza compartir esos momentos.

Hace unos años vi el documental Las Alas de la vida sobre la vida de Carlos Cristo, un médico al cual le diagnosticaron una enfermedad terminal y no se me ha olvidado algo que él comentaba: "Con lo que a mí me gustaba cuidar otros cuerpos y cuánto me costó el primer día que tuve que dejar que otro me desnudara y me bañara..."

Volvamos a la escena de Betania. En muchos lugares Jesús iba a dar: dar su tiempo, su cariño, su presencia sanadora... En Betania junto a Marta, María y Lázaro él también se muestra necesitado de recibir. En ese equilibrio que necesitamos para que la vida fluya de una manera saludable.

Betania, casa del pobre, simboliza un lugar de nutrientes, de alimento en sentido amplio: afecto, distensión, sensibilidad, cuidados, atención, presencia y ternura. Para Jesús, Betania es un lugar de intimidad y de descubrimientos. Buscará en casa de estas mujeres ser recibido, en ese anhelo tan humano de compañía, hospitalidad, y contacto.

Nos relata Juan en el capítulo 11 que cuando Marta tiene que soportar y enfrentar la enfermedad de su hermano, va a ser para ella un momento de verdad consigo misma y con Aquel que le estaba enseñando a vivir. Ahora se sitúa al lado de María, y mandan juntas un mensaje a Jesús; no es una petición explícita pero sí conlleva una confianza honda en las posibilidades del amor: "Señor, tu amigo está enfermo". No le dicen nuestro hermano, porque quieren vincularlo a él, "aquel a quien tú amas está enfermo" (Jn 11, 3). Es una oración preciosa para hacer de nuestra parte.

"Jesús rompió a llorar"... y "los judíos comentaban: – ¡Cómo lo quería! (Jn 11, 35ss). Es como si algo se rompiera en él, nunca lo habíamos visto tan afectado. Jesús muestra su vulnerabilidad y va a abrazar la pérdida de Lázaro hasta el fondo: "Profundamente emocionado, se acercó más al sepulcro" (Jn 11,38) y allí oró: "Padre te doy gracias porque me has escuchado" (In 11, 41). En un momento de dolor es capaz de mostrar gratitud.

Cuando la piedra es removida Jesús le dice: ¡Lázaro sal fuera! (In 11,43). Él llama a su amigo y sus palabras de amistad van dentro de la cueva a levantarlo. La palabra de amistad de Jesús nos alcanza incluso en lo que está necrosado en nosotros. Para que Lázaro recobre la salud necesitará volver a ponerse ante otro rostro, sentirse llamado y querido. Un enfermo me contaba: "en mi enfermedad muchas personas me han ayudado y acompañado y por ellas se me ha revelado el rostro de Dios". Al tratar de ayudar a los demás, también nosotros somos ayudados. A lo mejor esa es la manera como Dios nos ayuda.

Quiero concluir compartiendo una historia que viví y que recogí por escrito: «Sanar la mirada» (M. López Villanueva, Mirar por otros. Historias de sabiduría y sanación. Sal Terrae 2011):

La otra tarde me senté una plaza, a mi alrededor algunos ancianos, madres con niños y en un banco cercano un chico que me miraba demasiado fijamente. Saqué mi cuaderno y me puse a escribir cosas que quería retener. De vez en cuando levantaba los ojos y allí estaba él, observándome sin mover pestaña. Entonces decidí no volver a mirar, por esos pequeños miedos que de repente nos entran ante los desconocidos. No habían pasado ni diez minutos cuando él se levantó y se acercó hacia mí pidiéndome permiso para sentarse a mi lado.

Fue entonces cuando me di cuenta de que a pesar de su aspecto masculino y de su corte de pelo, no era un hombre sino una mujer. Me pidió un trozo de papel y un bolígrafo y se los presté, la vi escribir su número de móvil y me entregó una nota donde con letra grande decía: "Aquí tienes una nueva amiga. Tu María".

De pronto, el temor dio paso a una dulzura amable ante aquella mujer herida en busca de compañía. Me conmovió que firmara "tu María", ¡qué necesidad de pertenencia tenemos todos¡ pensé. De ser para alguien, de importar a alguien, de pertenecer a alguien. Me habló de su madre y de un bar que conocía, yo la escuché siguiéndola, regalándole unos minutos de confianza y de cariño. Diciendo que si podía la llamaría aunque sabía que no iba a hacerlo, era por ver emerger una sonrisa en su rostro. Y sus ojos idos y melancólicos se cubrieron de luz. Sentí que ella también me embellecía a mí: "Te vi sola y tan bonita...", me dijo. Al despedirla le tendí la mano y ella me pidió un beso que también me devolvió. Fueron sólo unos minutos, probablemente no la vuelva a encontrar, tenía signos de dolor y de locura en su cara, pero en aquellos instantes sólo era una mujer herida buscando un rostro donde poderse mirar.

Me viene el recuerdo de María ante el relato de hoy. No fue un "milagro" lo que curó al leproso, a no ser que al afecto, la ternura y la compasión por el otro lo llamemos así. Al leproso lo curó que Jesús lo mirara, reparara en lo que le decía y lo tocara. Sobre todo que posara sus manos buenas sobre su piel herida y sobre su vida marginada. El toque sanador de Dios a través de las manos de Jesús fue lo que devolvió a aquel hombre su dignidad y su belleza. ¡Y qué necesitados estamos todos de toques así! 

María me tocó aquella tarde al regalarme su compañía y su atención, ella me curó mis ojos ciegos y mi estrecho amor".

Ella me dio a mí más de lo que yo pude darle a ella. En este intercambio de dar y recibir que es nuestra vida, sois especialmente enviados de parte de Jesús a continuar su ministerio de sanación. "Los envío a proclamar el Reino y a sanar enfermedades..." (Lc 9, 2) con seguridad vosotros sois aquellos que siguen sus pasos más de cerca. Jesús no escribió, ni dio conferencias, ni hizo grandes cosas en sus tres años... pero sí es seguro y patente su vínculo con los enfermos y el lugar que en ese viaje de su vida eligió junto a ellos. Vuestro ministerio precisa de la oración porque necesitáis recibiros cada día de esa mirada buena de Jesús para poder ofrecerla a través de vuestros ojos y vuestras manos.

Os habéis preguntado alguna vez ¿Por qué envía Jesús a los discípulos de dos en dos? Para poder darnos la mano uno al otro cuando caemos... y para brindar, porque es algo que no podemos hacer solos; para continuar celebrando la vida que crece adentro más allá de toda adversidad.



Mariola López Villanueva

sábado, 18 de abril de 2015

Dios en todo lugar está



Con estas palabras, que nos presentan la sencillez y el candor de Francisco de Asís, quiero compartir el contenido y la forma de evangelizar, en las que descubrimos que DIOS EN TODO LUGAR ESTÁ:


“El Señor nos ha enviado a evangelizar a los hombres, pero ¿has pensado ya lo que es evangelizar a los hombres? Mira, evangelizar a un hombre es decirle: ‘Tú también eres amado de Dios en el Señor Jesús’. Y no sólo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no sólo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay en él algo de salvado, algo más grande y más noble de lo que él pensaba, y que se despierte así a una nueva conciencia de sí. Eso es anunciarle la Buena Nueva, y eso no podemos hacerlo más que ofreciéndole nuestra amistad; una amistad real, desinteresada, sin condescendencia, hecha de confianza y de estima profundas. Es preciso ir hacia los hombres. La tarea es delicada. El mundo de los hombres es un inmenso campo de lucha por la riqueza y el poder, y demasiados sufrimientos y atrocidades les ocultan el rostro de Dios. Es preciso, sobre todo, que al ir hacia ellos no les aparezcamos como una nueva especie de competidores. Debemos ser en medio de ellos testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios y salvados en Jesucristo”.

viernes, 10 de abril de 2015

Carta a la abuela

Comparto con vosotros las simpáticas palabras y detalles de una niña de 10 años para con su abuela que ha sido intervenida quirúrgicamente y que está en el hospital.

Probablemente la abuela lloró, y es que eso es lo que tienen los nietos, que siguen dando vida y alegría a los abuelos. Tal vez los hijos nos preocupemos por los detalles de la operación, sin embargo, los nietos se preocupan por sus abuelos, tienen otra sensibilidad!!


Querida abuela:

¡¡¡MUCHOS BESOS!!!

¡¡¡Seguro que lloras cuando leas esto!!!


Buenos días abuela, espero que lo hayas pasado bien en el hospital.

Ayer te grabamos un video en el hospital, cuando estabas en observación. La tía me  dijo que no habías comido nada, pero seguro que sí que habías desayunado algo. Nosotros nos quedamos hasta las 10:30h. Aproximadamente. Yo creo que ayer te quedaste con hambre y por eso Jorge te va a llevar un regalito muy apetitoso, y yo Sandra te voy a llevar un regalo que tú tendrás que cuidar.

Abuela, ayer (martes) te operaron de la rodilla y yo me quedé muy preocupada por ti ¿sabes qué…? Fui unas tres veces a tu habitación pero no estabas. Hoy iremos a verte te quiero mucho.

Muchos besos y abrazos.

Gracias por cuidarme

Espero que te recuperes.

Muchos abrazos

Te quiero!!

Sandra Fernández Gascón
(10 años)





miércoles, 8 de abril de 2015

La historia de Vinicio

Vamos a compartir ahora una historia de Resurrección, de una persona gravemente enferma, que se sintió acariciada, acogida y animada por el Papa Francisco y cuya vida cambió. Se trata de LA HISTORIA DE VINICIO:
     
En 2013, una foto dio la vuelta al mundo, el abrazo emotivo que el Papa Francisco dio a un enfermo en una de las audiencias semanales del pontífice en Roma.

Casi dos semanas después de aquel momento este hombre enfermo ya no es un ser anónimo. Su nombre es Vinicio Tiene 53 años y padece una enfermedad de origen genético.

En la Plaza de San Pedro abarrotada Francisco fijó sus ojos en un enfermo que habían llevado en peregrinación, una persona gravemente enferma con grandes bultos por todo el cuerpo y al que el Papa acarició, consoló, abrazo y beso. Una instantánea que conmovió a todos.

Vinicio nación en Isola, un pequeño pueblo de la provincia de Vicenza (Italia). Vive con su hermana pequeña Morena y con su tía Caterina, su tutora. Como su hermana (ésta de una forma menos severa) sufre la enfermedad de Rechlinhousen desde los 15 años.

“Me dijeron que a los 30 años ya estaría muerto, pero todavía estoy aquí”.

Se trata de una enfermedad rara también conocida como “neurofibromíasis de tipo 1” que le produce el crecimiento de tumores y de quistes por todo el cuerpo, hasta provocar que la persona casi quede irreconocible.

Actualmente no hay ningún tratamiento que puede curar esta enfermedad.

Vinicio, de alguna manera ha tenido suerte: su tía lo ama profundamente, le lava y le cura las numerosas llagas de su cuerpo.

Ella fue quien le acompañó al encuentro con Francisco a la Plaza de San Pedro para conmemorar el 110 aniversario de la Unitalsi, una organización católica que cuida y consuela a los enfermos.

Ha sido tratado en la calle como “hombre elefante”. Recuerda como las madres cruzan la calle para evitarlo, pero los de su comunidad han llegado a quererlo.

En una entrevista exclusiva con la revista de noticias italiana Panorama, Vinicio comentó que se quedó sin habla cuando el Papa no dudó en tocarlo. Rechazado en la calle, y que ha provocado el horror incluso en sus médicos, describió por primera vez el encuentro diciendo que ser acariciado por Francisco es como “estar en el paraíso”.

“El Papa no me ha tenido miedo y me ha abrazado. Mientras me acariciaba, no sentí más que amor”.

“Me abrazó completamente en silencio”. “A veces el silencio dice más que las palabras”.

“Primero me tomó la mano, mientras con la otra mano, me acarició la cabeza y las heridas y después me atrajo hacia él, con un fuerte abrazo y besó mi cara. Me apretó fuerte, fuerte, como si me mimara, y ya no me soltó. Intenté hablar, decirle algo, pero no lo logré: la emoción era demasiado fuerte. Eso duró algo más de un minuto, pero me pareció una eternidad”. “Sentí que el corazón se me salía del cuerpo”

El encuentro con Francisco fue para Vinicio el comienzo de una nueva etapa.

Dice que después del abrazo del Papa se sintió tan emocionado que se volvió a su tía: “Esto me va a matar de la emoción”. Ya con más calma le dijo: “Aquí dejo mi dolor”.

Dice su tía que después del abrazo del Papa es otro hombre. Se siente feliz, e importante. Sus fotos y sus entrevistas están dando la vuelta al mundo.

Vamos a hacer un gesto de Pascua. Como en esta historia las manos del Papa son importantes y también las manos de Jesús Resucitado ocupan un lugar importante, hacemos un gesto para que nuestras manos ayuden y alivien a los demás.


Iñaki Mardones

domingo, 5 de abril de 2015

Feliz Pascua


Al concluir la misa de Pascua en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha pedido que a los marginados, los presos, los pobres y los emigrantes, tan a menudo rechazados, maltratados y desechados; a los enfermos y los que sufren; a los niños, especialmente aquellos sometidos a la violencia; a cuantos hoy están de luto; y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, llegue la voz consoladora del Señor Jesús: «Paz a vosotros» (Lc 24,36). «No temáis, he resucitado y siempre estaré con vosotros» (cf. Misal Romano, Antífona de entrada del día de Pascua).

¡¡¡FELIZ PASCUA QUE CRISTO HA RESUCITADO!!!

viernes, 3 de abril de 2015

Viernes Santo


Viernes Santo, el día del silencio ante el no saber qué decir, la realidad que viven muchos enfermos, muchos sin techo, muchos... allí, abandonado por todos, todo parece acabar, este es el estilo de Dios, hacerse presente donde no se le ve, sentir como suyos los dolores de toda la humanidad.

En esta cruz muere Jesús y con Él están todas las víctimas que sufren las injusticias, la soledad, la enfermedad,... sin embargo, en esta muerte injusta y cruel no hay desesperación, aún queda espacio para confiar en el corazón de un Dios lleno de amor misericordioso, como nos dice @Pontifex_es: La Cruz de Cristo no es una derrota: la Cruz es amor y misericordia.